Un bosque costero de manuka en Nueva Zelanda, donde el conocimiento maorí se está utilizando para combatir las enfermedades de las plantas. Russell Street, Flickr

7 técnicas indígenas y ancestrales para recuperar los paisajes de hoy

26 agosto 2019

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Los métodos usados por los pueblos indígenas para el manejo de paisajes han sido con frecuencia catalogados como la antítesis del progreso. Sin embargo, la mayoría de comunidades indígenas posee conocimiento local que han obtenido por generaciones, lo que resulta  un punto de partida ideal para abordar los desafíos contemporáneos  como la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra y el cambio climático.

Aquí presentamos siete formas en que el conocimiento indígena se traduce en invenciones vitales para conservar y restaurar los paisajes alrededor del mundo en el que vivimos. De hecho, estos ejemplos de conocimiento ancestral podrían ser parte de la tecnología moderna que tenemos en la actualidad.

Los árboles de manuka han estado entre las especies de Nueva Zelanda afectadas por la enfermedad conocida como myrtle rust. Andrew Purdam, Flickr

Maoríes, Nueva Zelanda

Los métodos de conservación de semillas preservan las especies de plantas nativas ante la amenaza de nuevas enfermedades.

En 2017, la enfermedad vegetal conocida como myrtle rust, que es transmitida por el viento, atacó las costas de Nueva Zelanda. Este agente patógeno afecta las especies de la familia Myrtaceae,lo que implica que alrededor de 50 de las plantas y árboles nativos del país ꟷla mayoría de los cuales no se halla en ninguna otra parte del planetaꟷ puedan ser susceptibles a ella.

Actualmente, los indígenas maoríes están trabajando con algunas ONG e investigadores para proteger de la extinción algunas especies preciadas con la creación de bancos de semillas  y el uso de protocolos de recolección tradicionales. “Consideramos el conocimiento maorí tradicional y contemporáneo sobre qué árboles son mejores para recolectar semillas”, explica el investigador Nick Waipara de Te Tira Whakamātaki (la Red de Bioseguridad Maorí). “Muchas de las comunidades están realizando labores de revegetación y restauración de plantas y bosques nativos, y nuestra gente ya está recolectando semillas de los mejores árboles, los más fuertes y saludables para nuestros propios viveros”.

Waipara añade que los maoríes también tienen sus propias especies arbóreas prioritarias y áreas que deben ser representadas dentro del banco de semillas.

“Por ejemplo, algunos de los grandes pōhutukawa (Metrosideros excelsa) costeros tienen un significado cultural o espiritual para algunos iwi (tribus) porque son los árboles en los que las primeras waka (canoas migratorias) se sujetaron”. 

Un incendio forestal cerca del borde oriental de Kimberley, Australia. John Connell, Flickr

Comunidades aborígenes, Australia

Las prácticas ancestrales de quema controlada para ‘combatir el fuego con fuego’ y mantener la biodiversidad y a los humanos en condiciones seguras

Las comunidades aborígenes en la región de Kimberley de Australia occidental han manejado los incendios por milenios con el uso de ‘fuegos controlados’ en áreas específicas al inicio de la estación seca. A través de esta práctica ancestral los incendios arden lentamente y reducen la cantidad de combustible en la maleza, crean cortafuegos y a la vez mantienen los árboles más altos en pie y el hábitat de la vida silvestre.

Cuando los colonizadores europeos desplazaron a los pueblos aborígenes de sus tierras, comenzaron a producirse incendios forestales grandes e incontrolables durante la estación seca , lo que conllevó a la destrucción de  ecosistemas, el daño a los pastizales y a la infraestructura.

El Kimberley Land Council (KLC) es una asociación y organismo representativo de los propietarios tradicionales de Kimberley quienes han recuperado los títulos de algunas de sus tierras en las últimas dos décadas. Desde entonces, el KLC ha establecido un programa indígena de manejo de incendios  en la tierra que supervisa, con el uso de conocimiento y técnicas tradicionales en conjunto con ciencia y tecnología occidental, las quemas reguladas  así como el riesgo de los incendios forestales descontrolados.

Un paisaje agrícola en la provincia de Chiang Rai, Tailandia. On.My.BigfOot, Flickr

Hin Lad Nai, Tailandia

Los cultivos rotativos restauran el suelo, contribuyen a la biodiversidad e incrementan el rendimiento de las plantaciones

La comunidad Hin Lad Nai en la provincia de Chiang Rai, en el norte de Tailandia, está realizando innovaciones en la siembra por medio de nuevos métodos de rotación de cultivos – el cual ha sido practicado en diferentes formas por generaciones- para ayudar a que el suelo se recupere rápidamente luego de períodos de cultivo intensivo.

Los comuneros han comenzado a plantar el árbol nativo p’dav [Macaranga denticulata] en las tierras degradadas e infértiles con resultados impresionantes. El p’dav crece rápidamente y protege el suelo de las malezas invasoras. Después de un par de años, este empieza a perder sus hojas, las que mantienen la superficie del suelo fresca, retienen el agua de la lluvia y se convierten en tierra negra fértil. Los cultivos que necesitan sombra como el café pueden ser plantados allí.

Además, los frutos del p’dav son forraje importante para los animales domésticos y atraen animales silvestres que los agricultores pueden cazar y atrapar para utilizarlos como comida. Sus flores gozan de la preferencia de las abejas y otros polinizadores, lo que contribuye a la salud del ecosistema  y permite que los agricultores recolecten y vendan miel silvestre.

Luego de unos cinco años, los árboles pueden ser cortados y usados como leña mientras que el área puede ser cultivada productivamente otra vez. Esta práctica es una de un número de métodos de rotación de cultivos que están en constante evolución y que los agricultores han desarrollado en todo el mundo para mantener el suelo en buenas condiciones.

Calabaza, maíz y frejoles, las ‘tres hermanas’ del cultivo intercalado de iroqueses.

Iroqueses, Estados Unidos.

El método de cultivo intercalado ‘las tres hermanas’ aumenta la producción y brinda dietas balanceadas a los horticultores en todo el mundo

El cultivo intercalado de maíz, frejoles y calabaza – las ‘tres hermanas’ –en una disposición particular es un sistema agrícola tradicional que es atribuido frecuentemente al pueblo haudenosaunee/iroqués del sur del área de los Grandes Lagos en lo que es ahora Estados Unidos y Canadá, pero que se cree que está muy extendido en todas las Américas.

Los cultivos se complementan mutuamente en varias formas. Los frejoles fijan el nitrógeno en el suelo para que las otras plantas puedan utilizarlo, el maíz actúa como un poste para que los frijoles puedan trepar en él y las grandes hojas de la calabaza dan sombra al suelo y previenen la evaporación y el crecimiento de malezas. La calabaza también tiene hojas espinosas que ahuyentan a las plagas de animales del área. 

Un estudio reciente mostró que plantar con esta técnica  produjo significativamente más proteína y energía que sembrar cada planta como monocultivo.

Y si hablamos en términos nutricionales, los cultivos también son complementarios ya que proveen de carbohidratos (maíz), vitaminas (calabaza) y proteínas (frejoles). Además, debido a que cada planta pertenece a una familia diferente, es poco probable que sean afectadas por las mismas enfermedades, por lo que el sistema es más resistente que un monocultivo.

La técnica ha sido popularizada por el movimiento a favor de la permacultura y actualmente es practicada por horticultores en todo el mundo.

Kabré Ali, un agricultor de Burkinabe, mantiene a su familia a través de la agricultura a pequeña escala. Ollivier Girard, CIFOR

Comunidades locales, Burkina Faso

Las técnicas tradicionales de plantación resistentes a la sequía combaten la desertificación

La pequeña nación del oeste de África llamada Burkina Faso llega al norte hacia el Sahel, una zona semiárida que se extiende a través del continente africano, justo al sur del desierto del Sahara. El área está en la primera línea de lucha contra la desertificación, que genera 12 millones de hectáreas de tierra perdidas cada año.

A medida que el desierto avanza en el norte de Burkina Faso, es cada vez más difícil restaurar los suelos degradados y endurecidos que no pueden ser labrados. En las décadas de los 70 y 80, algunos agricultores empezaron a revivir técnicas agrícolas tradicionales a raíz de una serie de sequías severas. Comenzaron con la plantación en pozos zaï, que son hoyos que se cavan dentro del suelo y se llenan con materia orgánica como residuos vegetales o estiércol. Esto provoca una mayor actividad de las termitas en el suelo, que luego puede captar y almacenar más humedad cuando llegan las lluvias. Los agricultores también empezaron a colocar piedras en la parte superior alrededor de los pozos para disminuir la pérdida de agua.

Los resultados fueron impresionantes. “A pesar de la sequía grave que estaba afectando a más y más personas, yo pude alimentar a mi familia más y más fácilmente, incluso desde la primera cosecha”, explicó el agricultor pionero Yacouba Sawadogo a las audiencias del Global Landscapes Forum en Bonn en diciembre de 2018.

Desde entonces, Sawadogo y sus contemporáneos han desarrollado una red de ‘escuelas zaï’ para capacitar a otros agricultores y compartir su conocimiento sobre la técnica. Actualmente, los pozos zaï son promovidos a nivel regional por algunas ONG como Oxfam y reconocidos a nivel internacional como una herramienta de restauración importante.

Vestimenta tradicional que lucen los nativos americanos en Oregon. Confederated Tribes of Warm Springs, Flickr

Tribus nativas americanas (varias), Estados Unidos.

Las concepciones no lineales del tiempo ayudan a la adaptación al cambio climático

En vez de mirar los calendarios lineales para tomar decisiones sobre cómo y cuándo hacer cosas específicas, los grupos indígenas del noroeste de Estados Unidos tradicionalmente tienen en mente un “conjunto 3D de aspectos no lineales que incluye todas las señales medioambientales”, afirma la investigadora Samantha Chisholm Hatfield de la Universidad Estatal de Oregon, quien es miembro cherokee de las Tribus Confederadas de Siletz. “Se trata de información multigeneracional que ingresa en un conjunto de datos mucho más grande”, dice.

Para ejemplificar esta práctica, Chisholm Hatfield describe cómo tradicionalmente los indios Siletz comen las lampreas del Pacífico [Entosphenus tridentatus], que pueden atrapar cuando los peces adultos migran aguas arriba para desovar. “Hacían que la gente observara lo que llamaríamos las hormigas anguilas [Camponotus spp. u hormigas carpinteras], y cuando aparecían todos prestaban atención”, cuenta Hatfield. “Se trata de especies totalmente diferentes y no existe ninguna correlación, excepto que es un evento sincronizado que es cíclico con esa estacionalidad y ese proceso”, explica.

A medida que el cambio climático causa estragos en la comprensión contemporánea de nuestras estaciones y ciclos, estos conjuntos de información mucho más antiguos, y la habilidad para observar las señales, se están volviendo cada vez más importantes. “Se trata de observar para ver cómo el medio ambiente está respondiendo a lo que sucede”, indica Chisholm Hatfield.

Los acueductos y canales que atraviesan el sitio arqueológico de Tambomachay en Perú fueron conocidos durante el Imperio Inca como “el baño del Inca”. Ricz, Flickr

Incas, Perú

Canales de drenaje ancestrales mejoran el abastecimiento de agua de Lima

En la capital de Perú, las tecnologías tradicionales para el manejo del agua están recibiendo atención nuevamente, menciona Bruno Locatelli del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR).

Lima es la segunda ciudad más grande a nivel mundial que se ubica en un desierto y brindar abastecimiento de agua confiable a sus casi 10 millones de habitantes durante los extremos estacionales de inundaciones y sequías es un desafío muy serio. A medida que la población crece y el cambio climático amenaza las fuentes de agua que son los glaciares, el tema se está volviendo cada vez más urgente.

Por ese motivo, los científicos y agricultores están trabajando en conjunto para restaurar un sistema de canales antiguos, que se cree son anteriores al Imperio Inca. El sistema retarda la evacuación del agua en los arroyos andinos al canalizarla hacia dentro de la montaña, donde esta se filtra lentamente entre grietas y acuíferos y emerge en manantiales y reservorios luego de unos meses. Esto permite que cuando se termina la temporada de lluvias, aún quede agua para usar durante los períodos más secos.  

Este método parece ser una alternativa económica y eficaz a las soluciones convencionales, indica Locatelli, razón por la cual los organismos gubernamentales han aguzado los oídos. “Especialmente en el contexto de una nueva ley sobre pagos por servicios hidrológicos, las utilidades del agua potable están respaldando la restauración y manejo de dichas prácticas tradicionales”, asegura.

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