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Estudio señala que los beneficios que provienen de la biodiversidad superan en más de 1,5 veces el PIB mundial
Los investigadores advierten que la pérdida de biodiversidad ocasionada por el cambio climático podría resultar en peligrosos descensos para las cosechas y la producción pesquera, amenazando así la seguridad alimentaria; derivar en inundaciones arrasadoras y otros desastres naturales; e incluso en la pérdida de potenciales medicinas valiosas. De hecho, en la actualidad, la polinización de cosechas, la purificación natural del agua, la protección contra inundaciones, el secuestro de carbono y otros beneficios que brindan los ecosistemas biodiversos —conocidos como servicios ecosistémicos—, ya están declinando. Por ello, un reciente estudio general de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE) establece el escenario en materia económica y comercial para un “cambio transformativo, ya que solo cambios periféricos no lograrán abordar la pérdida de biodiversidad”, afirma Katia Karousakis, líder del programa de biodiversidad de la Dirección Ambiental de la OCDE, y principal autora del informe.
El documento expone que, de seguir con el ritmo actual, los costos altos irán en ascenso. El cambio en la cobertura de tierras ha costado entre USD 4 y 20 billones al año en servicios del ecosistema, sumado a un estimado de USD 6 a 11 billones al año causados por la degradación de tierras. Entre tanto, los servicios ecosistémicos derivados de la biodiversidad brindan beneficios anuales valorados entre USD 125 y 140 billones, más de 1,5 veces del producto interno bruto (PIB) mundial.
Por otro lado, el estudio muestra la forma en que los gobiernos pueden cambiar los sistemas tributarios, créditos, permisos y otros instrumentos económicos para crear “incentivos para la generación de patrones de producción y consumo más sostenibles, y que también generen las ganancias necesarias” de forma que se proteja la diversidad biológica. Al mismo tiempo, señala la necesidad de reformar los subsidios nocivos para la biodiversidad, como la gran cantidad de estos que reciben las industrias agrícolas y de combustibles fósiles. Las ganancias provenientes de los impuestos relacionados con la biodiversidad suman solo el 1 % de todos los impuestos relacionados con el sector ambiental en los países miembro de la OCDE. Por lo tanto, existe un “potencial importante” para aumentar tanto su uso como su alcance, los cuales pueden incluir gravámenes sobre pesticidas, fertilizantes, productos forestales y cosechas de madera.
Dinamarca, por ejemplo, brinda un modelo de un impuesto destinado a ayudar a proteger la biodiversidad: todos los ingresos fiscales de los pesticidas (USD 78,1 millones en 2016), se destinan a propósitos ambientales y a compensar a los agricultores. En Francia, una parte de los ingresos tributarios provenientes de pesticidas se destinan al financiamiento de los planes Ecophyto I y II para la reducción de pesticidas y químicos peligrosos, y el resto se destina a agencias gestoras del agua, afirma la OCDE en un informe relacionado. Se han reportado cerca de 169 cobros y costes para trabajar en lo relacionado a la diversidad biológica en 42 países, a la vez que los programas de permisos comerciales relevantes en el ámbito de la biodiversidad están aumentando, con 38 permisos actualmente activos en 26 países. Estos incluyen la subasta de licencias de caza de carneros en las Montañas Rocosas en la provincia canadiense de Alberta, con al menos el 60 % de los ingresos destinados a proyectos a largo plazo que beneficien a los carneros. Existen subastas similares en Baja California, México y Estados Unidos, donde la subasta de permisos de caza también es común.
A razón de estas iniciativas, la OCDE hace un llamado urgente a los diseñadores de políticas para estimular la recopilación, intercambio y análisis de información relacionada con la biodiversidad para apoyar las decisiones políticas basadas en datos. Karousakis afirma que “un conjunto de objetivos más específicos y más medibles” es de importancia crítica, y será abordado durante las reuniones de la Convención sobre la Diversidad Biológica (CDB) en Kunming, China, en el año 2020.
Por otro lado, algunas compañías internacionales grandes han empezado a medir e informar al público sus impactos en la biodiversidad. El grupo Kering, propietario de marcas lujosas como Gucci y Bottega Veneta, estimaron en 2017 que el impacto ambiental de sus actividades fue de 482 millones de euros.
La restauración y conservación de la biodiversidad también puede ofrecer nuevas oportunidades económicas y de negocios en áreas como la producción de alimentos y bebidas orgánicas, el ecoturismo, el manejo forestal sostenible, la producción sostenible de mariscos, y en el sector de biofarmacéuticos.
“Es muy, muy claro que cuanto más biodiversidad perdemos, incluidos nuestros bosques naturales, humedales, arrecifes de coral y otras especies y ecosistemas, mayores son los costos para nuestras economías y para el bienestar humano” afirmó Karousakis. “La urgencia del problema es aquí, ahora, y cuanto más esperemos, mayores serán los costos de la falta de acción”, advirtió.
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