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No se puede subestimar el papel de los árboles en el funcionamiento biológico de muchos ecosistemas naturales. Un bosque sano puede retener agua para prevenir sequías, proporcionar alimento para los animales y las personas locales y evitar que se libere a la atmósfera el dióxido de carbono que calienta el planeta.
Sin embargo, están desapareciendo a gran escala. Según un estudio de 2015, aproximadamente un 46 % de árboles han sido talados desde el comienzo de la civilización humana y actualmente quedan aproximadamente tres billones de árboles en todo el planeta.
En el lado positivo, recientemente ha habido un aumento en el apoyo a la reforestación. La iniciativas van muy lejos: desde aplicaciones que ludifican la plantación de árboles para sus usuarios hasta esfuerzos internacionales a gran escala como el Desafío de Bonn, que compromete la restauración de 350 millones de hectáreas de bosques para 2030.
En todo el mundo, los gobiernos y otros organismos se han comprometido a cultivar 210 millones de hectáreas de árboles, lo que indica que el cultivo de árboles se reconoce cada vez más como una forma eficaz de absorber las emisiones de carbono del mundo.
Pero, ¿cómo hacer que los bosques vuelvan a crecer?
Existen dos métodos principales de reforestación que son esenciales para alcanzar los objetivos mundiales de reforestación: la plantación de árboles y la regeneración natural, la cual permite que los bosques vuelvan a crecer de forma natural, a veces con algún apoyo humano. A continuación, los expertos detallan cuándo se debe utilizar cualquiera de estas técnicas y cuáles son sus ventajas y desventajas.
La plantación de árboles en apoyo de la restauración forestal es un tema polémico. Algunos destacan la plantación de árboles como un método poderoso para absorber los gases de efecto invernadero producidos por el hombre, mientras que otros afirman que la plantación de árboles suele dar lugar a monocultivos de especies –a menudo no nativas– que pueden dañar los ecosistemas locales si no se hacen con cuidado.
El año pasado, un informe encabezado por Thomas Crowther de ETH Zurich encontró que hay alrededor de 1,7 mil millones de hectáreas de tierra –aproximadamente del tamaño de los EE. UU. – que podrían ser plantados con 500 mil millones de árboles, lo cual representa la reducción de aproximadamente dos tercios de todas las emisiones de carbono liberadas por los seres humanos desde la Revolución Industrial.
Los informes publicados desde entonces han advertido sobre políticas que incentivan esfuerzos de plantación de árboles mal diseñados y administrados, así como posibles sobreestimaciones del almacenamiento de carbono.
Los científicos forestales han respondido enérgicamente a este discurso multifacético con un mensaje del principio subyacente para la plantación de árboles exitosa, que la científica principal de World Agroforestry (ICRAF) Ramni Jamnadass expresa sucintamente de la siguiente manera: “plantar los árboles correctos en el lugar correcto y con el propósito correcto”.
Hay una variedad de formas válidas de árboles plantados: bosques plantados, plantaciones, mezcla de árboles con agricultura y ganadería mediante prácticas agroforestales o silvopastoriles. Cada uno tiene un propósito diferente y tiene diferentes beneficios, como el retorno de la biodiversidad a través de bosques plantados, suministros de alimentos más resilientes a través de la agroforestería y madera que pueda ayudar más rápidamente a la transición a una bioeconomía a través de plantaciones e, idealmente, quitar presión de la extracción de recursos forestales naturales.
“El Desafío de Bonn considera una combinación de intervenciones. La plantación de árboles es probablemente la más rápida en el contexto de la obtención de resultados”, dice Manuel Guariguata, científico principal del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) sobre la ecología de los bosques tropicales y el manejo forestal para la producción y conservación. “Probablemente sea la opción favorita debido al control que tiene sobre las especies que se planta”.
“Es necesario invertir en infraestructura”, explica, señalando los costos de la infraestructura inicial, como viveros, fertilizantes, incluso las semillas y las plántulas. “Es posible que se necesite transportar plántulas de un sitio a otro, y si no [se invierte bien en infraestructura], las plántulas morirán cuando lleguen [al sitio de plantación] debido a las vibraciones mecánicas en el automóvil o camión”.
A pesar de los desafíos, la plantación de árboles puede conducir al crecimiento económico, particularmente a través de la generación de empleos. Para ello, invertir en la población local es vital, enfatiza Guariguata, porque su conocimiento del paisaje es crucial para incorporarlo al proceso de cultivo y así garantizar la supervivencia de los árboles. Asimismo, su trabajo es necesario para plantar, cultivar y mantener los árboles.
Mientras tanto, también se están desarrollando nuevas tecnologías que permitan la plantación eficiente de árboles a mayor escala. Lauren Fletcher, inventora de la tecnología de drones para plantar árboles y fundadora del laboratorio de soluciones sostenibles BetaEarth.global, señaló durante un foro digital reciente sobre plantación de árboles, que los drones pueden dispersar semillas o bolas de semillas en un área siguiendo un patrón específico, potencialmente plantando hasta 400 mil árboles por día. Mientras que un equipo sin drones podría plantar cientos en el mismo tiempo.
“La plantación manual siempre será parte de la solución. Pero proporcionemos a esos sembradores manuales una nueva herramienta que los haga más efectivos y eficientes, que beneficie a todos en todo el mundo”, dice Fletcher.
Al igual que con cualquier cambio en el paisaje, también se debe tener en cuenta cómo se plantan los árboles y sus riesgos a largo plazo. Por ejemplo, en 2016, la ciudad canadiense de Fort McMurray sufrió un devastador incendio forestal que se convirtió en uno de los desastres naturales más costosos en la historia del país. Cuando las turberas circundantes originales fueron drenadas y se plantaron abetos negros para obtener madera, el nivel freático cayó. Las copas más anchas de los nuevos árboles acabaron con el musgo original de turba que retarda las llamas y que fue reemplazado por otro musgo más seco que actuaba como leña. Cuando se produjo el incendio forestal, gran parte del carbono que se almacenaba en los árboles y la turba seca se liberó a la atmósfera.
“Desafortunadamente, muchos programas de plantación de árboles solo plantan especies de árboles que son fácilmente accesibles y disponibles, y muy a menudo esto resulta en la plantación de especies que no se ajustan a la ecología ambiental, carecen de diversidad y no abordan las necesidades socioeconómicas de las comunidades locales, lo cual termina siendo un desastre”, indica Jamnadass.
Dicho esto, los proyectos de restauración de plantación de árboles deben asegurarse de utilizar especies nativas cuando estén disponibles y sean apropiadas para reforestar un sitio para prevenir tales desastres. Ezra Neale, quien dirige el monitoreo y la evaluación en Eden Reforestation Projects, dijo que la organización, que planta bosques en todo el mundo, presta especial atención a la selección de árboles nativos para la reforestación.
“Por ejemplo, la restauración de bosques caducifolios secos en Madagascar ofrece hábitat para muchas especies endémicas y en peligro de extinción, como los lémures sifaka de Coquerel (Propithecus coquereli), el sifaka corona dorada (Propithecus tattersalli), el sifaka de Perrier (Propithecus diadema perrieri) y la fosa (Cryptoprocta ferox), como el depredador más grande de la isla”, señaló Neale.
Velocidad, materias primas, madera, crecimiento económico: los beneficios de la plantación de árboles son únicos en comparación con la regeneración natural, donde los resultados se ven a largo plazo. Aunque, el tiempo que lleva regenerar un bosque se traduce naturalmente en niveles más altos de biodiversidad y especies de plantas nativas; un estudio encontró que los bosques regenerados naturalmente contenían más biodiversidad de plantas, aves e invertebrados y una estructura de vegetación más restaurada que los bosques plantados en regiones tropicales.
Los bosques regenerados naturalmente también tienden a tener un almacenamiento de carbono más seguro. Un informe reciente en la revista Nature afirma que el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés) puede haber subestimado el potencial de captura de carbono de los bosques regenerados naturalmente en un 32 %.
Permitir que los bosques crezcan de forma natural puede ser técnicamente más simple y mucho más económico y, con el tiempo, permite que la población local utilice los bosques según sus tradiciones.
Sin embargo, en algunos casos, la regeneración natural no puede funcionar, dependiendo del nivel de degradación del área en particular y de si algún dispersor natural de semillas puede llegar a ella. Por ejemplo, las semillas de muchas especies de árboles también son transmitidas por animales nativos, como las aves. Por tanto, en las zonas donde estas especies animales han desaparecido, habrá que plantar árboles.
Joice Ferreira, investigadora de Embrapa Amazônia Oriental, dice que grandes partes de la Amazonía son propicias para la regeneración natural porque muchas áreas tienen una historia bastante reciente de cambio de uso de la tierra, y los tipos de agricultura que se han utilizado en esta tierra convertida han sido de muy baja intensidad, como la agricultura tradicional y los pastos extensivos. Las abundantes precipitaciones del Amazonas y las temperaturas favorables son también una ayuda considerable para el crecimiento de los bosques.
Sin embargo, señala que la capacidad de regeneración natural en tierras que se sometieron a agricultura mecanizada sigue siendo incierta.
El proceso más largo y orgánico significa que la tierra donde los bosques se están regenerando parecerá “abandonada” durante mucho tiempo antes de que vuelva a crecer un bosque maduro. “En muchos casos, la regeneración natural se considera algo indeseable. Sugiere que la tierra no se está trabajando”, dice Guariguata.
“No se ve muy bien”, agrega. “Quiero decir, no es una hilera de árboles plantados uniformemente. Puede ser complicado. Una plantación de árboles está ordenada y da una impresión diferente, por lo que hay un problema de percepción ahí”.
Los bosques solo deben volver a crecer mediante la regeneración natural, dice, si la tierra no está bajo presión para el desarrollo (como en pendientes muy empinadas) y si el administrador de la tierra puede garantizar que el bosque permanecerá durante mucho tiempo.
Por su parte, Ferreira dice que las tasas de deforestación son un 40 % más altas en los bosques secundarios que en los bosques primarios, y que se necesitan más regulaciones gubernamentales para proteger los bosques que se regeneran naturalmente.
Sin embargo, a pesar de los desafíos, áreas del mundo se están regenerando naturalmente. Algunas partes de Europa han estado regenerando naturalmente sus bosques a medida que se abandonan las tierras agrícolas, a menudo debido a factores económicos y una disminución de las poblaciones rurales. Esto ha ido acompañado del crecimiento de las poblaciones de grandes mamíferos, como osos, linces, jabalíes y ciervos.
El mejor método para volver a cultivar un bosque depende de la condición del paisaje, el propósito del bosque y las especies de árboles disponibles para la reforestación. Independientemente del método que se elija, la comunidad local debe estar de acuerdo con cómo se usa la tierra.
“La aceptación social y tener una visión compartida entre los diferentes actores del paisaje es clave”, dice Guariguata. “Si no tiene esa condición previa, lo más probable es que esos árboles no sobrevivan. Es posible que no se fertilicen o regulen porque la gente no ve un beneficio a largo plazo en ellos”.
Jamnadass dice que en Kenia se han cortado muchos árboles de las cuencas hidrográficas para obtener carbón, que luego se utiliza para cocinar o vender. “El gobierno realmente necesita comprender lo que las comunidades aún necesitan. Si necesitan energía seguirán talando árboles, a menos que se satisfagan sus necesidades energéticas [de otras formas]”.
La política del gobierno también debe apoyar las directrices de la reforestación, por ejemplo, mediante la creación de zonas protegidas y el castigo efectivo para las personas que violen estas protecciones, incluidos aquellos que destruyen bosques para abrir espacio a la agricultura o talan árboles ilegalmente. “Los proyectos de reforestación solo son posibles a través de estas sólidas alianzas con la comunidad y el gobierno”, puntualiza Neale.
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