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Desde la transición de los sistemas energéticos a las energías renovables, hasta la transformación de los sistemas alimentarios y la expansión de las tecnologías de captura de carbono, la receta para mitigar los efectos de la degradación de la tierra –que impactan negativamente el bienestar del 40 % de la humanidad– crece constantemente. Pero la cuestión de fondo sigue siendo la restauración de los propios paisajes degradados.
La restauración del paisaje forestal (FLR, por sus siglas en inglés), también conocida como restauración de ecosistemas, fue el tema central del foro digital sobre restauración, llevado a cabo el 29 de abril por el Global Landscapes Forum (GLF) y organizado conjuntamente por la Asociación de colaboración en materia de bosques (CPF, por sus siglas en inglés) y la Alianza Mundial para la Restauración de Bosques y Paisajes (GPFLR, por sus siglas en inglés). El evento de medio día reunió a científicos, profesionales, responsables de la formulación de políticas, la sociedad civil y el sector privado para abordar tres temas clave en la restauración: mitigación y adaptación climática, creación de empresas y empleos y conservación de la biodiversidad.
“La belleza de la restauración radica en que considera a los seres humanos y los ecosistemas como componentes de una sola unidad, que debe estar bien equilibrada”, señaló Jochen Flasbarth, Secretario de Estado del Ministerio Federal de Medio Ambiente, Conservación de la Naturaleza y Seguridad Nuclear (BMU) de Alemania, en su discurso de apertura.
La degradación de la tierra amenaza la seguridad alimentaria y aumenta los riesgos de conflictos violentos y la migración. También está agravando la crisis climática e impulsando la pérdida de biodiversidad y los servicios clave de los ecosistemas, como el ciclo de nutrientes, y el aire y el agua limpios. En 2020, se perdieron casi 26 millones de hectáreas de cobertura arbórea a nivel global.
Desde Bután hasta Costa Rica, en todo el mundo han surgido nuevas iniciativas para proteger y restaurar las tierras degradadas y deforestadas. Las 2000 millones de hectáreas de paisajes en condiciones para la restauración serán el foco del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, que se lanzaráen junio de este año y se extenderá hasta 2030, emitiendo así un llamado masivo a la acción para detener la degradación de la tierra y promover la restauración a nivel global.
Si bien los gobiernos han gastado billones de dólares en paquetes de recuperación económica del COVID-19, es necesario aclarar que no puede haber un retorno a la “normalidad”, sostuvo Bruno Oberle, director general de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN). En su lugar, la humanidad debe aprender a trabajar dentro de los límites ecológicos de la Tierra, comenzando por la conservación y restauración de los ecosistemas. Esto incluye la creación de entornos políticos propicios para la restauración, el fortalecimiento de la capacidad local, el trabajo con el sector privado para asegurar el financiamiento y el desarrollo de sistemas de monitoreo para evaluar los progresos.
“Nuestra sociedad y la economía están completamente arraigadas en la naturaleza, de forma que utilizamos a la naturaleza para cubrir todas nuestras necesidades”, dijo Oberle. “Abusamos de la cantidad de naturaleza disponible para la humanidad, estamos disminuyendo las reservas y la capacidad de la naturaleza para regenerarse y no estamos reinvirtiendo en el capital natural… Tenemos que aprender a tomar menos y a reinvertir”.
Según las últimas proyecciones de la ONU, el planeta se calentará 3 grados Celsius por encima de los niveles preindustriales para 2100. De cara a las negociaciones de la COP26 de noviembre en Glasgow, el evento exploró el papel potencial de la restauración en la mitigación y adaptación al cambio climático.
La reforestación podría eliminar de 8 a 10 gigatoneladas de dióxido de carbono de la atmósfera por año, pero no todos los paisajes son iguales: algunas áreas del planeta podrían almacenar mucho más carbono que otras.
“La restauración abarca más que plantar árboles: cubre paisajes productivos, pastizales costeros, espacios urbanos y mucho más”, explicó Musonda Mumba del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), quien también se desempeña como vicepresidente del CPF y presidente del GPFLR.
Susan Cook-Patton de The Nature Conservancy presentó una herramienta para determinar qué sitios ofrecen el mayor potencial de almacenamiento de carbono. De manera similar, Tor-Gunnar Vagen del Centro Internacional de Investigación Agroforestal (ICRAF) presentó un método para calcular el carbono orgánico del suelo y evaluar el progreso hacia los compromisos de políticas nacionales, mientras que Houria Djoudi del Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR) examinó cómo diferentes métodos de restauración pueden afectar la capacidad de las comunidades locales para adaptarse a los impactos climáticos en Burkina Faso.
La degradación de la tierra cuesta a la economía mundial entre USD 6 y 10 billones cada año, o alrededor del 10 % del Producto Interno Bruto (PIB) mundial. El precio de restaurar y conservar los ecosistemas, mientras tanto, palidece en enormidad. Según un informe de The Nature Conservancy, revertir la crisis de la biodiversidad para 2030 costaría entre USD 600 y 800 mil millones anuales. Se estima que alcanzar los objetivos de desarrollo sostenible de las Naciones Unidas en los países en desarrollo, que incluyen cantidades significativas de FLR, costará USD 2,5 a 3 mil millones por año.
El foro examinó los casos de negocios a impulsar con el fin de atraer financiación privada para proyectos de restauración, así mismo brindo ejemplos de cómo la restauración puede ayudar a crear millones de empleos verdes. Marco Boscolo de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó una nueva guía para que los productores forestales y las comunidades desarrollen planes de negocios rentables. Por su parte, Jonathan Gheyssens del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) anunció dos nuevas iniciativas para incubar proyectos de restauración y recaudar capital para ellos.
Los sistemas alimentarios locales también pueden servir como puentes sólidos entre los mercados financieros y la restauración. La joven chef, agricultora y empresaria filipina Louise Mabulo presentó su último emprendimiento social, The Cacao Project, el cual busca promover medios de vida sostenibles y resilientes para los agricultores de Filipinas utilizando soluciones basadas en la naturaleza. Hasta la fecha, el proyecto ha trabajado con más de 200 agricultores para reforestar y restaurar fuentes de agua en 85 hectáreas de tierra.
“Para sostener una recuperación ecológica de nuestra economía a través de la restauración, primero tenemos que trazar un cambio de mentalidad”, dijo Mabulo. “En países como el mío, la agricultura está asociada con la pobreza, la insostenibilidad y el fracaso. Así que tenemos que desestigmatizar los trabajos verdes y agrícolas”.
Por su parte, Major Ved Prakash Sharma, presentó Gratitude Farms, una startup que cofundó y que apoya a los veteranos militares indios, las mujeres rurales y los jóvenes en la agricultura orgánica. La empresa trabaja para transformar tierras baldías no utilizadas en “bosques alimentarios” de alto rendimiento, proporcionando tanto empleo como seguridad alimentaria a las comunidades locales.
Con la pérdida de biodiversidad a un ritmo sin precedentes, los científicos han advertido que el mundo ahora enfrenta una sexta extinción masiva. Parte de esta pérdida de biodiversidad se debe a la degradación de la tierra y la conversión de hábitats naturales en otras formas de uso de la tierra. La tercera y última sesión del foro discutió cómo se pueden diseñar iniciativas de restauración para abordar estos problemas.
Aunque la plantación de árboles se está volviendo cada vez más popular en los círculos políticos, es solo uno de los muchos métodos para restaurar el planeta, señaló Victoria Gutiérrez de Commonland. Otras posibles soluciones incluyen la sustitución de especies desaparecidas y la promoción de la regeneración natural. Los oradores señalaron que estas técnicas deben adaptarse al contexto local involucrando a las partes interesadas y apoyando la gobernanza participativa, ya que la restauración a pequeña escala podría no ser suficiente para abordar todas las necesidades de las especies. La restauración también debe priorizar las áreas habitadas por especies en peligro crítico, lo cual no solo puede reducir su riesgo de extinción, sino también beneficiar a otras especies que comparten el mismo hábitat.
El foro digital cerró con comentarios de Lina Pohl de la FAO, a quien se le atribuye la concepción del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas durante su tiempo como ministra de Medio Ambiente y Recursos Naturales de El Salvador. Haciendo eco de los oradores y participantes a lo largo de las sesiones del día, Pohl hizo un llamado a colaboraciones sólidas entre científicos, profesionales, responsables de la formulación de políticas y la sociedad civil para abordar la pérdida de biodiversidad, la degradación de la tierra y la crisis climática a través de la restauración.
Impulsados por el conocimiento tradicional de las comunidades locales y bien financiadas por una combinación de fuentes públicas y privadas, los esfuerzos de restauración mundial pueden secuestrar carbono, proteger la biodiversidad y acelerar la transición hacia una economía baja en carbono. “Necesitamos inspirar a la gente”, expresó Pohl. “Se trata de nuestro futuro, y no solo de nuestro futuro, sino de nuestro presente. Se trata de cómo podemos transformarnos y recuperarnos”.
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