Photo: Sara A. Fajardo/CIP, Flickr

Cómo Perú está protegiendo sus papas nativas del cambio climático

Agricultores e investigadores innovan para preservar las papas genéticamente más diversas del mundo
09 octubre 2024

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De las aproximadamente 4000 especies de papas conocidas, más de 2300 – la mayoría de ellas nativas – se encuentran en Perú.

Este es el corazón mundial de las papas, donde este alimento básico fue domesticado por primera vez hace 10 000 años, y aún ocupa un lugar destacado en la gastronomía del país.

La producción de papa está profundamente arraigada en la cultura andina y, entre las variedades nativas y comerciales, representa el 25 por ciento del PIB de Perú.

Pero, ¿sobrevivirá esta industria multimillonaria a la crisis climática? Las precipitaciones irregulares y el aumento de las heladas representan grandes riesgos para los agricultores peruanos, cuya producción nativa se concentra principalmente en regiones montañosas.

A pesar de estos desafíos, los productores de alimentos, los investigadores y el gobierno peruano están desarrollando formas innovadoras para preservar la biodiversidad genética de las papas nativas del país.

Los agricultores de papa en Perú están sembrando en lugares cada vez más altos debido a la crisis climática. Foto: Sara A. Fajardo/CIP, Flickr

¿En caso de duda, plantar más alto?

Los agricultores peruanos se están adaptando a la crisis climática plantando y cultivando papas nativas a altitudes cada vez más pronunciadas, especialmente en los departamentos de Cusco, Puno, Ayacucho y Apurímac, ubicados en los Andes, al sur del país.

Los agricultores andinos ahora son muy conscientes de los impactos del cambio climático, como sequías cada vez más frecuentes y prolongadas, así como heladas y granizo; fenómenos que experimentan de primera mano.

Según Raymundo Gutiérrez Rosales, consultor técnico y especialista en papas del Instituto Nacional de Innovación Agraria del Perú (INIA), algunos agricultores han trasladado sus campos de 3800 metros sobre el nivel del mar a entre 4000 y 4100 metros.

“Pero llega un punto en el que no podrán subir más”, advierte Gutiérrez.

Gutiérrez también señala que la construcción de carreteras ha provocado una disminución de las especies nativas. A medida que los agricultores disfrutan de un mayor acceso a los mercados, están incentivados a centrarse en la producción de variedades destinadas al consumo y la producción industrial.

“La conexión del agricultor con el mercado lleva a una pérdida de biodiversidad genética”, señala.

Según Miguel Quevedo Bacigalupo, especialista en papas nativas del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú (Midagri), los agricultores están tomando medidas para preservar las especies nativas, como industrializar sus productos y conservar más variedades.

Esto se debe principalmente a iniciativas de organizaciones de agricultores, institutos de investigación, el gobierno y las demandas del mercado.

En Perú, según el censo agrario nacional más reciente (2012), se cultivan 324 000 hectáreas de papas comerciales y 70 000 hectáreas de papas nativas. Este censo fue el primero en medir el área dedicada a la producción de papa nativa.

Sin embargo, debido a la crisis climática, los efectos cada vez más severos del fenómeno de El Niño también están afectando el rendimiento de las tierras dedicadas al cultivo de papas.. Esto incluye un aumento en las plagas que afectan tanto a los cultivos comerciales como a los nativos.

“Los rendimientos pueden disminuir entre un 30 y un 40 por ciento, y el tamaño de los tubérculos también puede reducirse”, dice Quevedo.

Como resultado, es crucial que los agricultores se asocien con investigadores tanto para preservar la diversidad genética de las papas de Perú como para mejorarlas, y así garantizar que se puedan seguir produciendo a medida que el clima se vuelve más cálido.

Ceremonia de cosecha en el Parque de la Papa en Cusco. Foto: Frederik van Oudenhoven/Bioversity International, Flickr

Conservación y restauración de especies de papas nativas

El Centro Internacional de la Papa (CIP) desempeña un papel central en la preservación de la diversidad genética de las papas nativas de Perú.

Julian Soto es un asistente de investigación a cargo del banco de germoplasma del CIP, que alberga especies nativas y material genéticamente mejorado.

Afirma que la organización colabora con agricultores y comunidades locales y busca ganar su confianza para plantar en sus campos.

Durante los últimos 30 años, la organización ha podido aumentar la biodiversidad que de otro modo podría haberse perdido debido a la crisis climática y las influencias del mercado.

Soto enfatiza que los agricultores desempeñan un papel fundamental en este proceso, ya que es su deseo de conservación lo que impulsa al CIP a repatriar las semillas, es decir, devolverlas al suelo, donde son conservadas in situ por las comunidades.

“Si el agricultor deja de plantar o conservar, se perderá la biodiversidad, sin importar lo que hagan los conservacionistas o investigadores”, afirma.

“También nos aseguramos de que la repatriación se haga con la comunidad, no por un agricultor individual. Por eso queremos que planten en tierras comunitarias”.

Desde el inicio del programa de conservación en 1992, el CIP ha atendido a 150 de las más de 6000 comunidades en Perú que viven del cultivo de papas.

“Aunque aumentemos nuestra capacidad, nunca llegaremos a todas”, dice Soto. “Por lo tanto, el programa debe ser participativo, y queremos que las semillas pertenezcan a las comunidades para que se conviertan en diseminadoras, no solo beneficiarias”.

El CIP ofrece una variedad de incentivos para la conservación, incluidos concursos entre agricultores, que son particularmente populares. Sin embargo, Soto ve ventajas y desventajas en este enfoque.

“Dado que hay premios, hay competencia, por lo que los agricultores comienzan a acumular semillas en lugar de compartirlas”, observa.

Como ejemplo de mejores prácticas, cita el Encuentro Anual de Guardianes, promovido por la Asociación de Guardianes de la Papa Nativa del Perú (Aguapan), que se centra en compartir semillas entre sus miembros. 

Cada agricultor de la asociación cuenta con un promedio de 150 variedades, lo que ilustra su éxito en la preservación de la biodiversidad.

Perú enfrenta un éxodo de jóvenes agricultores de papa hacia las ciudades. Foto: Stef de Haan/CIP, Flickr

Detener el éxodo rural

Uno de los principales obstáculos para la conservación de las papas nativas es el éxodo rural, especialmente de los jóvenes.

Según el censo agrario nacional más reciente de Perú, la mayoría de los agricultores del país tienen más de 45 años, y uno de cada cinco tiene más de 65.

Sin embargo, Quevedo ve una creciente demanda de mercado por las variedades nativas, lo que podría ayudar a contener este éxodo.

“Ha habido una mayor demanda de papas nativas para hacer vodka, pisco y bebidas maceradas con hierbas, cosas que no se veían hace 20 años”, dice.

“Como resultado, una mayor demanda de mercado puede incentivar a los jóvenes a permanecer en el campo. Para ello, se deben crear más oportunidades no solo en Lima, que está en la costa, sino también en las tierras altas”.

Aun así, Quevedo señala que el último censo se llevó a cabo en 2012 y que el país carece de datos más recientes. Si bien dice que ha habido un aumento en el cultivo de papas nativas, no hay datos para cuantificar este crecimiento.

No obstante, Quevedo cree que la entrada de papas nativas en el mercado mayorista es una señal positiva. Hoy en día, el 30 por ciento de las papas procesadas ya son variedades nativas, dice.

Hernán Hancco fundó Sumac Chips en 2015. Cortesía de Sumac Chips

De las papas nativas a las papas chips nativas

Hernán Hancco y su familia habían cultivado papas nativas durante generaciones. En 2015, decidieron probar algo nuevo: hacer sus propias papas chips.

Así nació Sumac Chips, llamado así por la palabra quechua para “delicioso”.

Ubicado en el departamento de Cusco, esta iniciativa agroindustrial emplea a ocho personas e involucra a toda la familia Hancco.

Sumac Chips produce de 1.5 a 2 toneladas de papas chips al mes y las vende principalmente en ferias y directamente a los consumidores. Hernán se encarga del procesamiento, mientras que sus hermanos y padres se enfocan en cultivar papas en su finca.

La familia actualmente preserva más de 450 variedades de papas nativas, lo que los convierte en uno de los mayores conservacionistas de papas nativas en Perú.

Al principio, el padre de Hernán, Julio, no quería que su hijo continuara en la agricultura debido a su percepción de que había pocas oportunidades en el campo. Eso cambió en 2009, cuando Hernán fue invitado a Terra Madre, una feria global de alimentos en Italia, donde llevó las papas chips nativas de su familia.

“La feria duró diez días y el producto se agotó en 30 minutos”, recuerda. “Allí vi una oportunidad”.

La familia procesa ocho variedades de papas en su complejo agroindustrial, lo que crucialmente añade valor a sus productos para aumentar sus ingresos.

“Si vendemos papas frescas, no hay valor agregado”, explica Hernán Hancco. “Es por eso que muchos agricultores también deciden trabajar con el turismo, que tiene un mayor valor agregado”.

Este esfuerzo no estuvo exento de desafíos, especialmente los planteados por la crisis climática.

A medida que la región experimenta temperaturas crecientes y menos lluvias, Hancco dice que cada vez es más difícil para su familia cultivar sus papas, especialmente porque no usan agroquímicos.

Las variedades nativas de papa serán parte importante del futuro alimentario de Perú. Foto: CIP, Flickr

¿Qué sigue para la transición verde agrícola de Perú?

Todavía hay una gran barrera para proteger a la agricultura peruana del clima: el financiamiento.

El país necesita un apoyo financiero adicional de 50 mil millones de soles peruanos (USD 13.4 mil millones) para la adaptación climática, dice Berioska Quispe, directora general de cambio climático y desertificación del Ministerio del Ambiente de Perú.

La mayor parte de la financiación proviene de fondos de desarrollo internacional, particularmente de países como Suiza y Alemania, así como del Fondo Verde para el Clima (Green Climate Fund).

“Existen fondos públicos pero son insuficientes y, en muchos casos, hay demasiada burocracia y barreras que impiden a los pueblos indígenas acceder a ellos”, dice Quispe. “Por eso dependemos del financiamiento a través de la cooperación internacional”.

Quispe enfatiza que una cuarta parte de la población peruana trabaja en la agricultura, pero a menudo son muy vulnerables a los impactos de la crisis climática.

El Ministerio del Ambiente de Perú trabaja con el Minagri para promover proyectos de adaptación de cultivos. Dada su importancia cultural y económica en Perú, las papas se priorizan a través de un enfoque “intercultural, intergeneracional y con enfoque de género”. Eso significa incluir a mujeres, comunidades indígenas y campesinas, y jóvenes en las políticas públicas.

Y como parte de sus contribuciones determinadas a nivel nacional (NDCs, por sus siglas en inglés) – sus compromisos climáticos bajo el Acuerdo de París – Perú tiene como objetivo conservar las variedades de papas que son más resistentes a la crisis climática.

“Hay especies que son más resistentes al frío, por ejemplo”, dice Quispe. “También necesitamos buscar variedades que sean más resistentes a plagas y enfermedades”.

Mientras que el Ministerio del Ambiente proporciona apoyo técnico, el Minagri implementa los proyectos y trabaja directamente con los agricultores.

Según Quevedo, los agricultores ya están adaptando las prácticas agrícolas para el futuro.

“Se están mejorando las prácticas agrícolas en la preproducción, como la preparación del suelo y el control de plagas”, explica.

Estas mejoras se deben, en gran medida, al ingreso de jóvenes agricultores, cuya tarea ahora es preservar el patrimonio de la papa en Perú para las próximas generaciones.

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