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Puntos clave:
Por primera vez en sus 33 años de historia, la Conferencia anual de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático se celebrará en la mayor selva tropical del planeta: la Amazonía.
La COP30 tendrá lugar en la ciudad de Belém, capital del estado brasileño de Pará, al norte del país, cerca del delta del Amazonas.
El Presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, quiere enviar un mensaje acogiendo la conferencia en la Amazonía para recordar a los negociadores la urgencia de adoptar objetivos climáticos ambiciosos.
Pero por muy inspirador que esto pueda parecer, existen serios interrogantes sobre la participación de los grupos de la sociedad civil y las comunidades locales.
Mientras que el alojamiento excesivamente caro pone en peligro la asistencia de las delegaciones del Sur Global, los proyectos de infraestructura están deforestando el mismo bosque que acoge la cumbre.
Estas disputas amenazan con eclipsar el objetivo principal de la conferencia: tomar medidas significativas contra el cambio climático y proteger los principales sumideros de carbono, como el Amazonas.
Teniendo en cuenta estos obstáculos, ¿hasta qué punto participarán los grupos de la sociedad civil en el evento y qué legado dejarán las negociaciones una vez concluidas?

En las cuatro últimas cumbres de la ONU sobre el clima la participación de la sociedad civil ha sido limitada: primero, debido a las restricciones impuestas por la COVID-19 en la COP26 de Glasgow, y después por las restricciones al derecho de protesta impuestas por los países anfitriones , Egipto, EAU y Azerbaiyán.
La COP30 será diferente, afirma Marcio Astrini, secretario ejecutivo del Observatório do Clima, una coalición brasileña de más de 130 organizaciones medioambientales, institutos de investigación y movimientos sociales.
“La COP30 genera muchas expectativas en Brasil”, afirma.
Tan pronto como se confirmó que Belém sería la ciudad anfitriona, las organizaciones brasileñas se unieron para formar la Cúpula dos Povos (Cumbre de los Pueblos ), un frente unido de grupos de la sociedad civil por la justicia social y medioambiental de cara a la COP30.
En la actualidad, la coalición está formada por más de 1.000 grupos, incluidos movimientos sociales, ONG, pueblos indígenas y comunidades tradicionales.
Astrini afirma que la Cumbre de los Pueblos organizará múltiples eventos y acciones paralelas en la COP30, incluida la reactivación de la Marcha de los Pueblos, suspendida desde 2021 debido a las restricciones democráticas en los países anfitriones.
También está prevista una peregrinación en barco y una banquetaço (comida comunitaria pública).
“Esto tiene que ocurrir porque aumentará la presión del exterior en las salas de negociación”, explica Astrini.

Astrini afirma que los grupos de la sociedad civil harán oír su voz a dos niveles.
“El primer nivel es el de las negociaciones sobre el clima”, explica. “Pero si quieres llevar tu agenda o tu perspectiva a ese espacio, tienes que hacerlo de antemano, porque no ocurre durante esas dos semanas”.
El segundo nivel está fuera de la zona de negociación, donde, a diferencia de las últimas COP, no estarán limitados a los espacios designados oficialmente.
Astrini no considera que la escasez de alojamiento sea un obstáculo para los grupos de la sociedad civil: “La gente se alojará en escuelas, iglesias, en casa de amigos. Los movimientos sociales están acostumbrados a este tipo de circunstancias”.
Sin embargo, la situación es distinta para las delegaciones oficiales que participan en las negociaciones, que necesitarán hoteles adecuados.
“Es una situación sin precedentes: nunca habíamos vivido algo así”, afirma. “Existe un riesgo real de que algunos países no puedan asistir”.
Por su parte, las comunidades locales se están implicando a fondo en los preparativos de la conferencia.
El Museu Paraense Emílio Goeldi, un museo de historia natural y centro de investigación situado en Belém, acogerá una serie de actos paralelos a la COP30 que estarán abiertos al público.
“En la Amazonía, las expectativas son muy altas cuando se trata de participación popular”, afirma Marlúcia Bonifácio Martins, coordinadora de investigación y estudios de posgrado del museo.
“Queremos reunir no sólo a la sociedad civil brasileña, sino también a gente de todo el mundo. Creo que esta COP será mitad conferencia sobre el clima y mitad Foro Social Mundial”.
Martins también destaca el importante papel de la sociedad civil a la hora de presionar a sus gobiernos para que empiecen a cumplir sus promesas.
“No necesitamos nuevos acuerdos ni nuevos tratados; lo que hace falta es que se cumplan los ya existentes y que los países demuestren verdaderos esfuerzos por avanzar”, afirma.
“Este nivel de compromiso es esencial para presionar a los gobiernos. A puerta cerrada puede pasar cualquier cosa, pero cuando la gente sale a la calle y hace oír su voz, eso tiene un impacto real. Es difícil que un gobierno permanezca impasible ante el clamor de su población”.
Las conferencias de la ONU sobre el clima suelen dividirse en dos zonas: la Zona Azul, donde tienen lugar las negociaciones, y la Zona Verde, dedicada a la sociedad civil y el sector privado.
Pero la COP30 tendrá una tercera zona no oficial: la Zona Amarela.
Creada por COP das Baixadas, una coalición de 14 organizaciones que trabajan en cuestiones de justicia climática en las periferias urbanas del Amazonas, esta zona crea un espacio para debatir soluciones climáticas centradas en los barrios marginados.
Inspirada en el amarillo de la bandera brasileña, la Zona Amarilla acogerá diversos actos y acciones en las zonas periféricas(baixadas) de Belém.
Jean Ferreira, uno de los fundadores de la COP das Baixadas y residente en una baixada de Belém, declaró en una entrevista con InfoAmazonia que creó la Zona Amarilla tras ver cómo las comunidades locales quedaban excluidas en gran medida de las tres últimas COP sobre el clima.
“Pero en la Amazonía no vamos a permitir que eso ocurra, porque tenemos un fuerte movimiento social”, declaró al medio.

No cabe duda de que los habitantes de Belém y de la Amazonía influirán en la COP30. Pero, ¿qué legado dejará la conferencia en Belém y en la Amazonía?
Martins señala que hay varios proyectos de construcción en marcha en la ciudad, muchos de ellos atravesando la selva, como la Avenida Liberdade, que pretende aliviar el tráfico en la capital de Pará.
“Sabes que cuando una carretera atraviesa una [selva tropical], rara vez garantiza que esta [selva tropical] no se convierta en un desarrollo inmobiliario”, dice, “por lo que es una preocupación importante”.
Martins cree que estos proyectos, financiados por el gobierno federal y gestionados por el estado de Pará, sólo pretenden dar brillo a Belém sin aportar ningún beneficio a largo plazo para sus habitantes.
“Algunos de estos proyectos son puro maquillaje: embellecen las calles pero no aportan ningún beneficio real a la gente”, afirma.
El Ministerio de Medio Ambiente y Cambio Climático también espera resultados duraderos de las redes que está creando de cara a la COP30.
Una de ellas es el Círculo de los Pueblos, un espacio que reúne a pueblos indígenas, quilombolas, comunidades tradicionales y agricultores familiares.
“Uno de los resultados esperados es una red de comunidades cada vez más comprometidas con la cuestión [climática], que presten especial atención a la aplicación de estrategias de mitigación y adaptación, tal y como se recoge en el Plan Climático Nacional y en los planes locales de adaptación”, declaró el Ministerio a ThinkLandscape.
Astrini cree que la cumbre también ayudará a impulsar a las organizaciones locales en torno a la acción climática.
“Vamos a tener muchos más movimientos sumándose a la agenda climática de los que tenemos hoy”, afirma. “La COP será una catapulta para movimientos sociales que nunca han estado cerca de este debate”.
“Otro legado positivo es que las organizaciones locales de la Amazonía se están organizando mucho más intensamente que en el resto del país”, añade.
A pesar de las dificultades logísticas, muchos en la región confían en que la conferencia pueda poner a la Amazonía en el mapa de los líderes mundiales.
“El espíritu de la COP es también el de la responsabilidad”, afirma Martins.
“Aquí, en el Amazonía, hay grandes expectativas de que la gente empiece a ver, de verdad, la Amazonía”.
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