La actividad humana ha alterado el 75 % de la superficie terrestre del mundo, desencadenando así una serie de desastres. De entre todos ellos, el COVID-19 ha surgido como una fuerte llamada de atención frente a la nueva realidad, en la que pandemias globales mortales destruyen la economía y están inextricablemente ligadas a la destrucción de los paisajes.
Los científicos y los profesionales médicos predijeron hace mucho tiempo un brote de este tipo, solo fue cuestión de esperar qué virus sería y cuándo surgiría. Al enfoque profético sobre la salud que pronosticó esta catástrofe se le conoce como Una Sola Salud (One Health en inglés), un campo de la investigación que reconoce la salud humana, la salud animal y la salud ecológica como interdependientes, y que busca abordarlas de una forma holística.
La salud ecológica ha sido el elemento rezagado de la tríada propuesta por Una Sola Salud. Por ello, el Global Landscapes Forum (GLF) diseñó un evento digital de dos días sobre el papel de la diversidad en el enfoque Una Sola Salud con el objetivo de impulsar el papel de las ciencias ambientales y la ecología.
El GLF es, a nivel mundial, la mayor plataforma guiada por el conocimiento y la ciencia para el uso sostenible de la tierra, y la piedra angular del evento la conforman 15 libros blancos creados y publicados por organizaciones de diferentes partes del mundo y líderes en la investigación científica ambiental, para contribuir con conocimiento a las políticas así como dar herramientas a los encargados de la toma de decisiones, y otros actores que trabajan en la salud humana y animal.
“Tal vez, en el pasado, el enfoque One Heath [Una Sola Salud] fue predominantemente liderado por profesionales de la salud y por veterinarios”, explicó Keith Sumpton, veterinario y líder del Programa de Salud Animal de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). “Reconozco que esto tiene que cambiar. El enfoque One Heath necesita involucrar y recibir las contribuciones de los profesionales del manejo de los recursos naturales que trabajan en temas de ecosistemas, biodiversidad y manejo de la vida silvestre”.
Dennis Carroll, un experto en enfermedades infecciosas y uno de los pioneros del movimiento Una Sola Salud, inició el evento recordando el crecimiento de este enfoque como una respuesta al brote de Ebola H1N1 y la gripe aviar en las últimas dos décadas. “One Heath [Una Sola Salud], que realmente era un nuevo paradigma en crecimiento, nos decía que teníamos que derribar las barreras entre la comunidad dedicada a salud pública, la comunidad que trabaja con salud animal y la comunidad que busca la salud ecológica […] Teníamos que ser inteligentes y movernos con la resiliencia y la elasticidad de los virus”.
Aunque Una Sola Salud ha existido de varias formas desde finales de la década de 1960, todavía está lejos de ser un enfoque predominante en los sectores de la salud, a pesar de ser prometedor en la prevención de enfermedades.
La iniciativa Global Virome Project, una plataforma financiada por el gobierno de Estados Unidos que se encarga de poner en funcionamiento el enfoque Una Sola Salud que Carroll ahora ayuda a liderar, ha estimado que con cuatro mil millones de dólares, los investigadores podrían identificar casi todas las enfermedades infecciosas.
Para los expertos de la comunidad Una Sola Salud, lo más impactante del COVID-19 fue la falta de acción política colectiva a nivel global en respuesta a la pandemia, la cual Carroll atribuye a un aumento de los sentimientos nacionalistas y al populismo de los años recientes. “Hemos logrado construir silos y barreras que los virus y bacterias pueden explotar al máximo […] pero hemos visto a la comunidad científica actuar como una comunidad global. Hemos visto su habilidad de compartir datos, su habilidad para avanzar rápidamente de forma histórica”.
El objetivo del evento del GLF, de consolidar la ciencia ecológica y la importancia de la biodiversidad en el enfoque, cobra urgencia y se suma al lanzamiento de la Década de las Naciones Unidas para la Restauración de Ecosistemas, un esfuerzo enorme para lograr la salud planetaria por medio de la restauración de los ecosistemas degradados, el cual dará inicio de manera oficial el próximo año.
“Con frecuencia, las respuestas a la degradación de la tierra por parte de las instituciones, las políticas y los gobiernos son fragmentadas y en reacción al problema, y no abordan las principales causas”, dijo Sir Robert Watson, director del grupo de científicos que asesoró la Síntesis del Reporte de la Evaluación Global del Programa para el Medio Ambiente de la ONU. “Necesitamos coordinar las agendas de las políticas para que simultáneamente promuevan una producción y un consumo más sostenible. Necesitamos reducir y revertir la degradación. Necesitamos enfoques amplios de paisaje que integren el desarrollo de la agricultura, el bosque, la energía, el agua y las agendas de infraestructura”.
“Se nos acaba el tiempo. Esta es la década decisiva para el futuro de la humanidad en la tierra”, aseguró.
El 75 % de las enfermedades infecciosas que están surgiendo son zoonóticas, lo que significa que son transmitidas a los humanos por otros animales mediante contacto directo o indirecto. Dado que las tierras y hábitats silvestres están degradados o han sido convertidos para el uso humano, la probabilidad de dichos contactos y de la transmisión de enfermedades aumenta, a esto se le conoce como “derrame”.
Una de las principales causas del derrame de enfermedades es el consumo de carne silvestre contaminada. En este sentido, una parte central de la prevención de enfermedades por medio del enfoque Una Sola Salud radica en la transformación de los sistemas alimentarios. La agricultura fue abordada duramente en un reporte seminal sobre biodiversidad publicado en septiembre por el Convenio sobre la Diversidad Biológica de las Naciones Unidas. Como lo explicó su autor principal, David Cooper, en una sesión durante el evento, el documento reporta que la agricultura cubre 9 % de toda la tierra, de ellas, solo el 29 % de las tierras de cultivo operan sosteniblemente, y más del 27 % de los animales domesticados están en riesgo de extinción, lo que amenaza la seguridad alimentaria. Implementar el enfoque Una Sola Salud fue una de las principales recomendaciones del reporte para reducir la pérdida de la biodiversidad.
Laura Kahn, quien cofundó la prestigiosa One Health Initiative en el año 2006, planteó dos cuestiones provocadoras: si el consumo o no consumo de animales silvestres es un derecho humano fundamental, y si el comercio de animales silvestres y los mercados en los que se venden animales vivos deberían ser prohibirse para detener futuros eventos de “derrame”. Para las comunidades que dependen de la carne de animales silvestres para su supervivencia, limitar sus fuentes de alimentos sería un asalto a sus derechos humanos fundamentales, sostuvo. Pero para las poblaciones en las que otras fuentes de proteína animal estás disponibles, particularmente en las áreas urbanas, el comercio de carne silvestre necesita reducirse; un mensaje que tuvo eco entre los expertos participantes durante la conferencia.
“Estados Unidos tiene el mayor consumo de carne por persona del mundo, y no tenemos la autoridad moral para decirle a otros países qué comer o qué no”, dijo Laura Kahn. “Pero a nosotros nos corresponde considerar qué es lo que comemos para preservar la vida en el planeta”.
El éxito del enfoque Una Sola Salud depende no solo de la investigación y de la colaboración entre investigadores en los laboratorios y en las universidades, también depende de las intervenciones con las comunidades locales, en donde es más probable que ocurran los derrames. En un libro blanco presentado por la FAO, el Centro para la Investigación Forestal Internacional (CIFOR), el Centro de Cooperación Internacional en Investigación Agronómica para el Desarrollo (CIRAD, por sus siglas en francés) y la Wildlife Conservation Society, se recomienda una serie de medidas preventivas orientadas a la comunidad para “asegurar la detección temprana y el reporte de derrames futuros de zoonosis y brotes de enfermedades en las interfases de humanos y animales silvestres”.
Tales medidas preventivas incluyen la capacitación de los cazadores y procesadores de carne silvestre para minimizar su exposición a enfermedades, preservar la carne en formas que vuelven inofensivos a potenciales patógenos, y el apoyo regular de inspecciones sanitarias a lo largo y ancho de la cadena de valor de la carne silvestre. Esto requiere más recursos y formas ingeniosas para transmitir la información, opinó Sumpton de la FAO. La vigilancia de áreas de alto riesgo debe estar a cargo de la comunidad y los resultados deben ser compartidos con el gobierno nacional; la información necesita regresar a las comunidades para informar sus decisiones locales; y los ministros de gobierno cuyo trabajo sea relevante para Una Sola Salud deben trabajar de manera conjunta.
Mark Plotkin, un reconocido etnobotánico y presidente de la Amazon Conservation Team (ACT) dirigió la atención hacia la Amazonía brasileña, donde la tasa de mortalidad en comunidades indígenas a causa del COVID-19 fue de casi el doble que el de la población general, principalmente debido a los varios impactos de la destrucción de sus paisajes como la tala ilegal, la construcción de presas hidroeléctricas, la ganadería y los incendios. Mientras que la ACT ha entregado más de 35 toneladas de suministros médicos, sanitarios y de emergencia a comunidades indígenas en Latinoamérica durante la pandemia, la solución preventiva debe asegurar el control apropiado sobre sus tierras tradicionales por medio de métodos centrados en el terreno como la etnografía o el mapeo, así como en formatos legales tales como el empleo de indígenas como guardaparques y el establecimiento de áreas protegidas. “El objetivo aquí es darles autonomía en la toma de decisiones, no generar dependencia […] es ayudar a las personas a tomar el control de su destino cultural y ambiental”, destacó.
Las áreas protegidas se están volviendo más importantes en las agendas políticas. La Estrategia de Biodiversidad de la Unión Europea, por ejemplo, busca tener 30 % de las tierras europeas en áreas protegidas para el año 2030. Sin embargo, David Wilkie, uno de los directores de la Wildlife Conservation Society, hizo un llamado urgente a que se defina a las áreas protegidas con un enfoque más amplio: “Los espacios ecológicos donde las personas, ya sea de manera individual o colectiva, llevan a cabo acciones para asegurar la persistencia de las partes de la naturaleza que ellos valoran”. Además de los parques nacionales y los bosques, esto podría incluir territorios indígenas, áreas de conservación comunitaria, áreas marinas manejadas localmente, tierras privadas gestionadas de forma que conservan a la naturaleza, y concesiones forestales comerciales con disposiciones sobre la protección de la biodiversidad. “Conservar y restaurar los ecosistemas puede prevenir una mayor degradación y reducirá las condiciones que permiten el surgimiento de otras enfermedades infecciosas”, apuntó Elizabeth Mrema, secretaria ejecutiva del Convenio sobre la Diversidad Biológica de la ONU. “El enfoque Una Sola Salud no solo promoverá la salud sostenible y una recuperación justa de la pandemia del COVID-19, también servirá para tener objetivos de salud más amplios, que van más allá de la ausencia de enfermedades. Fortalecerá equitativamente la resiliencia de los ecosistemas sociales, ecológicos y económicos”, concluyó.
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