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Quedan pocos biomas en el mundo que los seres humanos no utilicen expresamente como un recurso, y la Amazonía no es uno de ellos.
Desde los cultivos y el ganado que nos alimentan hasta el aceite que nos da energía, y desde los minerales que nos permiten movernos y conectarnos hasta el algodón que nos viste y el oro que nos enriquece, la abundancia ecológica y biológica de la Amazonía impulsa casi todos los sectores productivos.
En la segunda jornada de GLF Amazonía: Punto de inflexión, una conferencia digital de tres días sobre el bioma amazónico, los expertos participantes se centraron en las cadenas de valor y suministro de la Amazonía y en las vidas de las personas a las que involucran directamente. La lente a través de la cual se llevaron a cabo las discusiones no fue cómo detener o revertir la actividad económica en la Amazonía, sino más bien cómo reconfigurar el uso, la gestión y la propiedad de la tierra para garantizar que pueda continuar existiendo de una manera sostenible, tanto en lo económico como en lo ambiental.
El día anterior, el evento abordó lo que se conoce como la muerte regresiva de la Amazonía, un proceso que, en última instancia, hará que el bosque húmedo tropical más grande del planeta deje de producir suficiente lluvia para mantenerse y, con el tiempo, se convierta en un ecosistema similar a un pastizal, un proceso que ya se está afianzando en las zonas meridionales y orientales del bioma.
De los tres principales impulsores de este proceso (la deforestación, el cambio climático y los incendios), la deforestación es el más directamente entrelazado con los ciclos de producción y, por ello, recibió gran parte de la atención en las conversaciones del segundo día, mientras investigadores, actores del sector privado, implementadores de proyectos, miembros de comunidades, líderes indígenas y otros se dedicaban a desentrañar sus complejidades.
“No me gusta el término ‘productos básicos de riesgo forestal’”, dijo Hugo-Maria Schally, jefe de la unidad de Cooperación Ambiental Multilateral de la Comisión Europea. “Los productos básicos no son buenos ni malos; el problema puede estar en su producción o en el uso de la tierra. Por ello, el objetivo no es reducir nada debido al producto básico en sí. En principio, se trata más bien de cambiar los actos de consumo y producción”.
Aunque se ha escrito mucho sobre el impacto de la agroindustria y los cultivos básicos a gran escala en la Amazonía, existe mucha menos literatura sobre la agricultura y la industria a pequeña escala, a menudo porque se supone que lo pequeño equivale a sostenible.
Pero, por muchas razones, este no es siempre el caso. “No hay blanco o negro en lo que respecta a los productos básicos producidos a pequeña escala”, dijo Valentina Robiglio, científica principal del Centro Internacional de Investigación Agroforestal (ICRAF) en Perú. “Las propiedades de menor tamaño también desempeñan un papel en la pérdida de bosque primario”.
Una discusión con una fuerte carga política en la que participó Robiglio ilustró cómo las realidades de los pequeños agricultores que producen productos básicos en los países del Sur Global a menudo tienen relación con el lado de la demanda de la ecuación —y los marcos de políticas correspondientes—, que se da en el Norte Global. Por ejemplo, el cacao y el café son dos cultivos que se utilizan a menudo en proyectos agroforestales implementados por actores del Norte en el Sur, ya que tienen una demanda estable y pueden ayudar a lograr la restauración forestal; sin embargo, también pueden ser impulsores indirectos de la deforestación, señaló Robiglio, ya que una vez que los agricultores los ven como un camino para obtener ganancias, tomarán todas las medidas que sean necesarias para plantarlos.
El cacao y el café son también dos de los principales productos básicos incluidos en el “Marco legal de la UE para detener y revertir la deforestación global impulsada por la UE”, una importante acción legislativa motivada por una respuesta política a un electorado del Norte deseoso de minimizar su huella ambiental.
Los tomadores de decisiones en el Sur ven los resultados de dicha política de una manera distinta. Para limitar con éxito la deforestación, el marco probablemente incluya requisitos estrictos para las importaciones consideradas aceptables, lo que podría perjudicar gravemente los medios de vida de millones de pequeños agricultores que carecen de los conocimientos o la capacidad para cumplir con los estándares.
“No aceptamos este término de ‘importación de deforestación’”, dijo Eduardo Zegarra, jefe del Gabinete de Asesores del Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego de Perú, quien luego hizo un llamado a una alianza entre su país, Brasil y Colombia para contrarrestar este marco. “Es totalmente inaceptable, lo voy a decir así, y lo voy a decir así ahora”.
“Aunque estamos en las primeras etapas de todas estas regulaciones e iniciativas de [reducción de la] deforestación en el Perú, diré que también en América Latina, en general, los productores de productos básicos agrícolas son conscientes de que estas nuevas condiciones pueden convertirse en barreras: barreras comerciales no arancelarias”, dijo Yovita Ivanova, gerenta senior del Centro Internacional de Agricultura Tropical (CIAT).
Sin embargo, el conflicto de dicha política podría mitigarse complementando los requisitos de productos libres de deforestación con fondos y apoyo para que los pequeños agricultores puedan cumplirlos. Esto incluye ayudarlos a entender dichos requisitos, lograr que aprendan los principios ecológicos que guían los complejos paisajes de cultivos intercalados y eliminar los riesgos de dejar las prácticas de monocultivo.
En paralelo al compromiso de producir carne baja en emisiones de carbono y libre de deforestación, Marfrig Global Foods, la segunda mayor empresa de alimentos de Brasil, lanzó una serie de programas para educar a sus productores sobre la salud del suelo, la agricultura circular y la integración del ganado con los cultivos.
Como reforzando la opinión de Zegarra, estos esfuerzos se basaron principalmente en la inclusión de agricultores en los nuevos estándares de la empresa. “En primer lugar, tenemos que asegurarnos de que el productor sea productivo y rentable”, dijo Paulo Pianez, director de Sostenibilidad y Comunicaciones de Marfrig. “No creemos que un productor vaya a implementar medidas si ello no lo lleva a tener mayores ganancias. Este es un prerrequisito para que se dé la sostenibilidad”.
Ivanova fue aún más lejos: “No podemos asumir que ser más competitivo y productivo es la solución automática para que el productor no deforeste”, dijo, y señaló que el acceso a la seguridad alimentaria y nutricional, la educación y la atención médica también entran en juego cuando se trata de asegurar que los pequeños agricultores se ganen la vida de una manera sostenible.
“El actual Estado brasileño, el Gobierno de Bolsonaro, optó por un modelo de capital en la agricultura que paralizó la reforma agraria y el reconocimiento de las tierras indígenas y quilombolas”, dijo Ayala Ferreira, coordinadora nacional de Brasil del Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra. “Ha flexibilizado la agenda ambiental y agraria de Brasil, violando protocolos internacionales de los que Brasil era signatario”.
Vinculada directamente al uso productivo de la Amazonía, la lucha de los indígenas por sus derechos y supervivencia se está ampliando cada vez más a ámbitos nacionales e internacionales. Los territorios indígenas cubren el 35 por ciento del bioma y se encuentran entre los mejor protegidos, sin embargo, los valiosos recursos que poseen hacen que estén cada vez más amenazados por los acaparadores de tierras, la agroindustria, el desarrollo de infraestructura y otros medios de explotación, además de por los efectos del cambio climático y la degradación ambiental provocada por el ser humano.
La pandemia de COVID-19 incrementó las amenazas a los grupos indígenas, y ha hecho que su insuficiente acceso a atención médica y a los medios para defender sus tierras sea más pronunciado. El líder indígena Aventino Tiriyó describió cómo su tribu aún se veía afectada por casos de COVID-19 a pesar de estar tan internados en lo profundo del bosque, en el norte del estado brasileño de Pará, que solo es posible llegar a ellos por avión. “Nuestros derechos son amenazados de una manera distinta, y están directamente amenazados por la [falta de] atención médica”, dijo.
“Nunca hemos atravesado por un momento tan difícil para las personas que están luchando por sus tierras… las violaciones de los derechos humanos, de la democracia, se intensificaron durante la pandemia”, dijo Ferreira. “Son 45 millones de personas [la población indígena de América Latina] que no tienen perspectivas de vida”.
Luego de la mayor movilización indígena en la historia de Brasil, realizada en defensa de los derechos oficiales sobre sus tierras ancestrales, los representantes e investigadores indígenas que participaron en el evento GLF Amazonía alternaron entre las conocidas luchas de los pueblos indígenas de la Amazonía y las menos conocidas soluciones que los están ayudando a defender sus tierras y vidas frente a peligros cada vez mayores.
La principal herramienta destacada a lo largo de los debates fue la tecnología y el acceso a ella. Por ejemplo, el Gobierno brasileño envió casi 5000 unidades de cloroquina a la tribu de Tiriyó con instrucciones de que la usaran como medicina; afortunadamente, tuvieron acceso a información que les permitió darse cuenta del peligro que representaba y optar por no tomarla.
La tecnología, y de manera específica la que está vinculada a internet, como los teléfonos celulares y las computadoras, puede ayudar a los pueblos indígenas de varias maneras, entre ellas en el registro de transgresiones e injusticias, el acceso al conocimiento científico, la documentación del conocimiento tradicional, el acceso a financiamiento y la demarcación de sus propias tierras.
Oswando Nenquimo, activista de la tribu waorani en Ecuador y cofundador de la organización indígena Alianza Ceibo, recordó cómo su gente usó la tecnología para mapear sus tierras, desde su área hasta los sitios culturalmente históricos que estas contienen. Así, cuando en 2019 una empresa petrolera llegó a sus tierras sin consulta previa con el objetivo de formar una concesión, los líderes locales pudieron llevar sus mapas a los tribunales estatales ecuatorianos. Los waorani ganaron su caso al demostrar cómo la concesión perjudicaría de manera específica miles de vidas y medios de subsistencia. “El mapa no era solo un pedazo de papel, sino un ‘arma verdadera’”, dijo, además de un documento vivo para transmitir el conocimiento ancestral de sus tierras tradicionales.
Las iniciativas de mapeo más grandes también desempeñan un papel crucial en la supervivencia de las comunidades y tierras indígenas. SERVIR, una iniciativa de la NASA que trabaja para proporcionar a países en desarrollo imágenes satelitales que les permitan guiar sus decisiones sobre uso de la tierra, se centra en llegar a las comunidades locales con flujos de datos integrados sobre realidades como pronósticos meteorológicos, incendios y humaredas, así como amenazas como la tala ilegal. Estos datos satelitales brindan conocimiento con una “profundidad sin precedentes” sobre nuestro cambiante planeta, dijo Gavin Schmidt, asesor principal sobre cambio climático de la NASA, y asegurar que los usuarios de la tierra y los tomadores de decisiones tengan acceso a ellos puede ayudar a orientar sustancialmente las medidas de adaptación y mitigación en la Amazonía.
Patricia Sugui, gerenta de sostenibilidad de la empresa de producción de alimentos CJ Selecta, que compra exclusivamente productos de soya producidos de manera sostenible en la Amazonía, dijo que los datos satelitales también están ayudando a hacer cumplir las políticas públicas, como la Moratoria brasileña de la soya en la Amazonía, que ha reducido significativamente la deforestación relacionada con este cultivo, que a menudo afectó a las tierras indígenas durante la última década.
Mirando hacia afuera, la tecnología también puede ayudar a transmitir mensajes a las autoridades, ayudando a expresar el conocimiento y las preocupaciones de los indígenas en puntos de acción difundidos a través de los medios de comunicación y las ONG para influir en los organismos estatales y las empresas, dijo Lorenzo Pellegrini, profesor asociado de Economía del Medio Ambiente y el Desarrollo en la Universidad Erasmo de Róterdam.
De manera similar, al vincular a todos los actores en una cadena de suministro, desde los productores a nivel local hasta los formuladores de políticas públicas y el sector privado, “podemos contribuir a la protección de la diversidad biológica, pasando a la producción sostenible, conservando los recursos naturales y recompensando a los agricultores”, dijo Sugui.“Necesitamos desarrollar una gran cartera de concesiones de carbono, de nuevas áreas de conservación, de nuevos territorios indígenas, de nuevos bosques integrados por productos de reforestación agroforestal”, dijo Walter Vergara, investigador principal del Instituto de Recursos Mundiales (WRI), al final de la jornada. “Y, por último, necesitamos un sistema político que baje a los niveles locales y que cante la misma canción: tenemos que proteger esto, porque todos dependemos de ello”.
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El primer día de la conferencia digital GLF Amazonía pone énfasis en los peligros de la deforestación, los incendios y el cambio climático, y en la prometedora perspectiva de la gestión de la tierra
Un vistazo a algunas cifras clave de la conferencia digital del Global Landscape Forum sobre el bioma amazónico.