Por Charlotte King
Junio 2021 marca el inicio del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas, una iniciativa liderada por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), que hace un llamado urgente a valorar y proteger nuestros ecosistemas.
El bambú es una de las plantas tropicales de más rápido crecimiento y forma parte de algunos de los ecosistemas más diversos y ricos en carbono del mundo, sin embargo, debido a que es taxonómicamente una hierba y no un árbol, el bambú a menudo es dejado de lado en las discusiones sobre silvicultura.
La Organización Internacional del Bambú y el Ratán (INBAR) promueve el uso del bambú como una solución basada en la naturaleza para el desarrollo sostenible y te presenta estos cinco datos importantes que debes conocer sobre este recurso único:
En su evaluación más reciente, la FAO informó que había 35 millones de hectáreas de bambú en todo el mundo, ya sea creciendo en parches aislados, como parte de bosques mixtos o en amplias franjas de solo bosques de bambú. De hecho, es probable que 35 millones de hectáreas sea un dato subestimado, dado que varios de los principales países productores de bambú no reportaron o han reportado datos incompletos. INBAR estima que los bosques de bambú podrían cubrir hasta 50 millones de hectáreas de tierras y está buscando producir una base de datos más completa a través de su Evaluación Global de Bambú y Ratán.
Debido a que su sistema extenso de raíces une el suelo y evita la escorrentía del agua, cada vez más países están plantando bambú en suelos secos y degradados: los Estados Miembros de INBAR planean restaurar casi 6 millones de hectáreas de tierra degradada con bambú para el año 2030.
Durante un período de tiempo, el bambú y sus productos derivados pueden almacenar o evitar la liberación de 1.7 veces más carbono que ciertos tipos de árboles. Esto se debe a que el bambú se puede cortar con mayor frecuencia y convertirse en una amplia gama de artículos duraderos: desde pisos y muebles hasta materiales para viviendas y aspas de turbinas eólicas. El bambú puede ser utilizado como un reemplazo bajo en carbono del cemento, PVC, acero y los plásticos en una gran cantidad de productos de uso cotidiano.
La organización no gubernamental Project Drawdown estima que, con más bambú, sería posible ahorrar más de 7 gigatoneladas de dióxido de carbono en un lapso de 30 años, esto es más de lo que 300 millones de autos eléctricos nuevos podrían ahorrar en el mismo período de tiempo.
El oso panda quizás sea el animal más conocido por su dieta de bambú, pero los bosques de bambú de todo el mundo albergan a una gran cantidad de especies icónicas y en peligro de extinción, incluyendo al panda rojo, el elefante indio, el oso andino y el lémur grande del bambú de Madagascar. Durante la temporada de brotes, el bambú representa hasta el 90 por ciento de la dieta del gorila de montaña africano, lo que llevó a la presidenta del Día de la Tierra a comentar en el 2020 que “el Día Mundial del Gorila bien podría ser el Día Mundial del Bambú”.
Debido a que crece en bosques tropicales y subtropicales, el bambú también es parte integral de la conservación de estos importantes ecosistemas. Al manejarlo de manera sostenible, las comunidades también pueden proteger los bosques en donde crecen.
Si la pandemia del COVID-19 ha dejado en claro que necesitamos repensar en nuestra relación con la naturaleza, también nos ha demostrado que debemos proteger a las comunidades rurales en los países en vías de desarrollo, que son particularmente vulnerables a la pandemia y sus impactos económicos.
Debido a que el bambú y el ratán son recursos livianos, versátiles y fáciles de procesar, son utilizados por millones de personas en la zona tropical y subtropical para hacer un sinnúmero de artículos, desde botes y canastas hasta casas y puentes, así como muebles, combustible y forraje.
Al fomentar las cadenas de valor del bambú y el ratán, por ejemplo, exigiendo que al menos el 25 por ciento de los pupitres escolares estén hechos de bambú o adoptando estándares nacionales para la construcción con bambú, los gobiernos pueden proteger los bosques mientras apoyan la generación de ingresos de las comunidades rurales.
El bambú está ganando importancia como una fuente de combustible para cocinar. Empresas tan distantes entre sí, tanto en Uganda como en Indonesia, promueven las briquetas y el carbón vegetal hechos de bambú. Este puede ser un reemplazo importante en partes del mundo que todavía queman madera para cocinar y calentar. Un estudio estimó que el África subsahariana podría producir 9 millones de toneladas de carbón de bambú sostenible, lo cual reemplazaría más del 60 por ciento del consumo de madera de la región para la producción de carbón vegetal.
Pero los usos del bambú van más allá del combustible para cocinar. Los pellets de bambú, las briquetas y el gas ya se están utilizando para generar energía fuera de la red eléctrica en algunas partes de Indonesia y podrían ser una parte importante de los objetivos de biomasa para la generación de electricidad en áreas como Europa. Debido a que el bambú puede crecer en suelos degradados o marginales, no necesita competir con tierras agrícolas productivas, lo que lo convierte en una fuente de energía más viable que otros tipos de biomasa.
Charlotte King es especialista en comunicaciones con una maestría en cambio climático y políticas energéticas. Actualmente trabaja en la Organización Internacional del Bambú y el Ratán, INBAR.
INBAR es una organización intergubernamental dedicada a promover el bambú y el ratán para el desarrollo sostenible. Está compuesto por 47 Estados Miembros. INBAR es socio del Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas. Para obtener más noticias sobre cómo el bambú está contribuyendo al desarrollo sostenible, suscríbase al boletín y la revista trimestral de INBAR.
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