Un incendio causado por la deforestación en el estado amazónico de Roraima. John Maier, Jr., Still Pictures

Amazonía: El riesgo de arder en la temporada seca 2021

Pronóstico estacional de riesgo de incendios en la Amazonía advierte que áreas deforestadas en 2020 pueden arder en 2021
31 agosto 2021

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Las condiciones inusualmente secas de la Amazonía occidental podrían crear condiciones favorables para los incendios desde el inicio de la temporada, según un equipo internacional de científicos que monitorea el bosque tropical más grande del mundo.

El departamento de San Martín en Perú, la Amazonía boliviana y el bioma del pantanal en Brasil son particularmente vulnerables, señalan los científicos Kátia Fernandes y Douglas Morton en un documento que detalla el pronóstico estacional sobre el riesgo de incendios en la Amazonía y que tiene como objetivo ayudar a los países a priorizar áreas para la asignación de recursos. Sus autores, Fernandes y Douglas, forman parte de SERVIR-Amazonia, un programa de investigación financiado por la NASA y la Agencia de los Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (USAID).

El informe pronostica una temporada de incendios con una severidad que va de promedio a ligeramente superior a la media para la Amazonía occidental, que abarca Colombia, Ecuador, Perú y partes de Bolivia y Brasil. Este documento también predice para los mismos meses un número de incendios por debajo del promedio para la mayoría de las regiones del sur de la Amazonía, que abarca a Perú, Bolivia y Brasil, a excepción de Santa Cruz en Bolivia, que podría experimentar un mayor número de incendios.

Este año, el periodo previo a la temporada de incendios en el sur de la Amazonía –que por lo general comienza en junio y alcanza su punto máximo en septiembre– ha sido más seco en comparación con el año pasado, cuando incendios intensos arrasaron diversas áreas del bosque tropical. (Las precipitaciones de mayo de 2020, que variaron de cercanas al promedio a superiores al promedio, probablemente redujeron la gravedad de la temporada de incendios en algunas regiones).

Figura 2. Pronóstico de la severidad de la temporada de incendios de 2021 por regiones en la Amazonía meridional. Fuente: Fire Forecast 2021, Servir-Amazonia
Figura 2. Pronóstico de la severidad de la temporada de incendios de 2021 por regiones en la Amazonía meridional. Fuente: Fire Forecast 2021, Servir-Amazonia

“Disponemos de datos acumulados por 20 años y comprendemos que la Tierra funciona en cierto modo como un sistema”, dice Morton. “Y podemos usar eso de una manera productiva para predecir condiciones y ayudar a movilizar recursos y atención a áreas que podrían ser más propensas a sufrir incendios”.

La organización de investigación sin fines de lucro Amazon Conservation ya ha detectado incendios en la Amazonía brasileña este año, los cuales se produjeron más de una semana antes que los del año pasado y en su mayoría en áreas recientemente deforestadas. “El 27 de junio, el gobierno brasileño prohibió las quemas al aire libre no autorizadas; por lo tanto, suponemos que la mayoría de los 160 grandes incendios ocurridos luego de esa fecha han sido ilegales”, indicó la organización en su informe de agosto.

“Dada la situación actual y de cara al futuro en 2021, predecimos una correlación muy fuerte entre las áreas recientemente deforestadas (es decir, despejadas en 2020 e inicios de 2021) y los grandes incendios”, escribió Matt Finer, científico de Amazon Conservation, en una respuesta por correo electrónico. “A medida que la estación seca avanza y se intensifica en agosto y septiembre, existe un mayor riesgo de que estos incendios se salgan de control y lleguen al bosque primario circundante, creando verdaderos incendios forestales en la Amazonía”.

Desmonte de bosques mediante tala y quema a lo largo del río Xingu, en el estado de Matto Grosso, Brasil, 2011. Earth Observatory de la NASA
Desmonte de bosques mediante tala y quema a lo largo del río Xingu, en el estado de Matto Grosso, Brasil, 2011. Earth Observatory de la NASA

Los árboles talados el año pasado podrían convertirse en el combustible de este año

Más de 10 000 kilómetros cuadrados de bosque tropical fueron talados en 2019, y casi el mismo espacio fue deforestado en 2020: el área más grande en más de una década. Las cifras preliminares para 2021 sugieren que la tasa de deforestación está en aumento. Los troncos, ramas y vegetación seca que dejaron las operaciones de deforestación el año pasado podrían quemarse para despejar las tierras este año, y los científicos están preocupados de que algunos de estos incendios puedan salirse de control y extenderse a las áreas de bosque primario de la Amazonía.

Las alertas de deforestación del sistema de monitoreo brasileño y los datos de incendios activos de la NASA muestran que casi 5000 kilómetros cuadrados de área deforestada desde 2019 aún no han sido quemados. La mayor parte de la deforestación de este año ha ocurrido en tierras desprotegidas, tierras de propiedad privada y tierras federales sin un estatus de protección, y muchas de ellas se encuentran cerca de bosques en pie.

“Sabemos que el año pasado se despejó una gran cantidad de tierra que aún no se ha quemado”, dice Paulo Brando, un experto en ecología tropical que colabora con el Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonía (IPAM Amazônia). “Así que hay una gran cantidad de material sin quemar, y es solo una cuestión de tiempo para que creemos una enorme hoguera, una de las más grandes del planeta”.

La complejidad de las estaciones

Aunque está cubierta principalmente por bosques tropicales densos y húmedos, los 6,7 millones de kilómetros cuadrados de la Amazonía son un enorme mosaico de ecosistemas con diferentes regímenes de temperatura y precipitaciones: bosques tropicales, bosques estacionales, bosques caducifolios, bosques inundados y sabanas. Cuando los científicos hablan de la temporada de incendios en la Amazonía, a menudo no se refieren a todo el bioma.

Los incendios forestales en la Amazonía ocurren habitualmente luego de que un área ha sido deforestada. Los bosques por lo general se cortan durante la estación húmeda y se queman durante la estación seca. En la Amazonía septentrional, la estación seca se extiende de noviembre a mayo, y en la Amazonía meridional, de mayo a noviembre.

Vista aérea de la selva amazónica cerca de Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas. Neil Palmer, CIFOR
Vista aérea de la selva amazónica cerca de Manaos, capital del estado brasileño de Amazonas. Neil Palmer, CIFOR

La intensidad de las estaciones seca y húmeda también varía. Al igual que muchas regiones tropicales, la Amazonía es vulnerable a cambios en las precipitaciones debido a fenómenos como El Niño y La Niña, los cuales producen significativos aumentos o disminuciones en las temperaturas superficiales del mar en el Pacífico central y ecuatorial que ocurren a intervalos irregulares que oscilan entre dos y siete años.

La Amazonía también es vulnerable a los cambios de temperatura superficial del mar en el océano Atlántico tropical, la región donde se originan los huracanes que azotan a los Estados Unidos. Los cambios de temperatura superficial del mar en el Atlántico pueden desviar las precipitaciones de los huracanes lejos de América del Sur y la región amazónica. “Así pues, algunas de las peores sequías ocurridas en la Amazonía se relacionan realmente con las temperaturas cálidas de la superficie del océano Atlántico y no con los años de El Niño”, explica Morton.

El pronóstico de SERVIR-Amazonia para la Amazonía occidental se derivó de un modelo de pronóstico de incendios utilizando datos de temperatura superficial del mar (SST por sus siglas en inglés) en el Atlántico. Para el sur de la Amazonía, los investigadores utilizaron datos de SST de los océanos Pacífico y Atlántico tropical, junto con datos de 20 años de teledetección satelital de incendios provenientes del satélite Terra de la NASA.

Este año, sin embargo, se producirá el fenómeno de La Niña. “Resulta que la parte meridional de América del Sur es más vulnerable a las lluvias o las sequías durante las condiciones de La Niña”, dice Morton. “Y, por lo tanto, podemos atribuir parte de la sequía actual en los biomas del cerrado y el pantanal, y en menor medida en la región de la Amazonía meridional, a los patrones de La Niña, que tienden a producir una menor precipitación en dichas regiones”.

Una imagen capturada por el satélite Copernicus Sentinel-2A en septiembre de 2017 muestra un área previamente boscosa de Bolivia ahora convertida en un mosaico de áreas de reasentamiento y agricultura. Agencia Espacial Europea
Una imagen capturada por el satélite Copernicus Sentinel-2A en septiembre de 2017 muestra un área previamente boscosa de Bolivia ahora convertida en un mosaico de áreas de reasentamiento y agricultura. Agencia Espacial Europea

La Amazonía sigue desapareciendo a la vista de todos

Debido a que es el bosque tropical más grande del mundo, la Amazonía ha sido valorada como un importante sumidero de carbono, capaz de absorber el exceso de dióxido de carbono en la atmósfera, ayudando así a mitigar el calentamiento global. Pero, debido a los recientes incendios forestales, varios estudios indican que partes de la Amazonía ahora liberan más carbono del que almacenan.

Marcia Macedo, científica asociada del Woodwell Climate Research Center, indica que muchos grupos están monitoreando la situación de los incendios en la Amazonía y trabajando en soluciones. “Pero este es un objetivo que cambia constantemente”, afirma. “Obviamente, están el tema de la pandemia, el cambio de gobierno, el cambio en las tasas de deforestación, y el cambio climático, que también está alterando los regímenes de incendios. Hay áreas que nunca solían quemarse y que hoy lo están haciendo, y de una manera distinta a lo usual”.

Actualmente, la Amazonía cuenta con una cantidad sin precedentes de programas de monitoreo satelital que analizan décadas de datos y ahora ven los incendios en tiempo real.

“Sabemos lo que está sucediendo. Nunca hemos tenido tantos satélites, tantas plataformas, herramientas o algoritmos que puedan observar la Amazonía desde el espacio”, dice Brando. Sin embargo, lamenta que, a pesar de todo, la Amazonía siga desapareciendo a plena vista.

“No hemos logrado cambiar la voluntad política con la asombrosa ciencia que se está desarrollando en formas que hubieran sido impensables hace un par de décadas, e incluso hace unos años”, dice.

Un nuevo estudio de Amazon Conservation indica que los territorios indígenas y las designaciones de áreas protegidas son algunas de las mayores esperanzas para la conservación a largo plazo de los importantes bosques que aún quedan en la Amazonía. Macedo también es consciente de ello. “Las tierras indígenas, sin duda, hacen un gran trabajo, y lo hacen un poco mejor que las áreas protegidas porque cuentan con personas en el terreno que las gestionan y que defienden la conservación”, dice. “Pero estas tierras no son inmunes; vemos [en ellas] algunos indicios de degradación forestal”. A pesar de los constantes desafíos, la investigadora asegura: “Todos estamos tratando de averiguar cuál es la fórmula para lidiar con la nueva realidad en algunos de estos lugares”.

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