Se podría decir que Joji Cariño nació para hacer lo que hace: defender y enaltecer los derechos de los pueblos indígenas. Ella proviene del pueblo Ibaloi de Filipinas, cuyos pastizales les fueron arrebatados por el gobierno colonial de los Estados Unidos a principios del siglo XX para la construcción de una base aérea militar. Fue su bisabuelo quien se encargó de luchar esta batalla, que terminó en la Corte Suprema de los Estados Unidos, la cual falló a su favor al determinar la existencia de un “título nativo”, lo que significa que el pueblo Ibaloi tenía la propiedad consuetudinaria de la tierra.
Esto allanó el camino para un mayor reconocimiento de los pueblos indígenas en la ley filipina, que culminó con la aprobación de la Ley de Derechos de los Pueblos Indígenas de 1997. Pero, como ella dice, “la implementación de la ley se ve obstaculizada por muchas leyes en conflicto que privilegian los intereses de los ricos y poderosos”, a saber, industrias y regímenes nefastos que se centran en el desarrollo a costa de las tierras nativas y sus pueblos. “El gobierno autoritario y la militarización han afectado enormemente a los defensores de los derechos humanos indígenas y el medio ambiente, incluyendo el asesinato de mujeres y niños indígenas”.
De este modo, Cariño se ha colocado en el centro de la política, el desarrollo y los derechos indígenas en todas las formas posibles: desde seguir los pasos de su bisabuelo al oponerse a la construcción perjudicial de represas hasta liderar los procesos de redacción de los principales informes científicos que orientan la toma de decisiones a nivel internacional.
Más recientemente, esto último se ha hecho patente a través del transcendental documento Perspectivas locales sobre la diversidad biológica 2 (GBO2 por sus siglas en inglés) de 2020, presentado por la ONU y el Foro Internacional Indígena sobre Biodiversidad, la Red de Mujeres Indígenas sobre Biodiversidad, los Centros de Distinción sobre el Conocimiento Indígena y Local y el Forest Peoples Programme, donde se desempeña como asesora principal sobre políticas. El informe plantea seis formas para reequilibrar la relación de la humanidad con la naturaleza, propuestas por los guardianes de la tierra indígenas y locales, que entienden esto mejor que nadie.
“[Las seis transiciones] Encarnan visiones intergeneracionales que honran las luchas históricas y la sabiduría de las generaciones pasadas, se basan en la experiencia y la innovación de las generaciones actuales y encarnan el legado y las esperanzas de las generaciones futuras”, dijo en un evento del Global Landscapes Forum sobre biodiversidad el año pasado. “Todos somos futuros ancestros y tenemos el reto de renovar la tierra para las generaciones venideras. Es el esfuerzo conjunto de la humanidad para salvar nuestro hogar”.