Cuando Patricia Zurita comenzó su carrera trabajando para el Ministerio del Ambiente de Ecuador, el petróleo representaba el 70 % del PIB del país, y gran parte se extraía de algunas de las áreas ecológicas más increíblemente hermosas de América Latina. El delicado reto de Zurita era enhebrar la aguja entre el desproporcionado rol de la industria petrolera en la economía del país y los imperativos de una conservación eficaz. Habiendo crecido en las montañas andinas, instintivamente estaba alineada con estos últimos, pero se dio cuenta de la importancia de equilibrar las acciones en juego.
En un inicio, contaba con tres guardias, un camión sin gasolina, un bote sin motor y no tenía presupuesto a su disposición. Cuando dejó el ministerio, tenía 24 guardias, tres camiones y toda la gasolina necesaria para continuar con el precario acto de equilibrismo que tan bien desempeñó.
Y a todos los conservacionistas que en ese entonces la acusaron de haberse vendido a los intereses empresariales, les ha demostrado con creces sus verdaderas intenciones, gracias a sus rápidos y sucesivos ascensos en las filas de organizaciones ambientales como Conservación Internacional, Critical Ecosystem Partnership Fund y BirdLife International, donde hoy se desempeña como directora ejecutiva, siendo la primera mujer latinoamericana en llegar a ese puesto.
BirdLife International, considerado el grupo de conservación de la naturaleza más grande del mundo, reúne a más de 120 organizaciones dedicadas a la conservación de aves. Pero, en su opinión, su trabajo va mucho más allá de las especies aladas. “No nos preocupamos únicamente por las aves, también por sus hábitats, que brindan los servicios ecosistémicos de los que todos dependemos”, dijo en un evento del Global Landscapes Forum sobre biodiversidad el año pasado. “Uno de esos hábitats son los bosques, que proporcionan uno de los ecosistemas más importantes para las aves, pero también para las personas. No importa dónde vivas o quién seas, todos dependemos de los bosques a nivel mundial para nuestro clima, nuestro alimento y otros innumerables aspectos de nuestra vida diaria”.
Por ello, también ha llevado a BirdLife a asociarse con Trillion Trees, un proyecto de restauración y protección forestal cuya meta en los próximos cinco años es restaurar 20 millones de hectáreas de bosques mediante la regeneración natural, la agroforestería y la plantación donde sea necesario.
Su llegada a BirdLife tal vez sea la forma que tiene la naturaleza de cerrar el círculo y llevarla de vuelta a una versión mejorada de donde comenzó. Durante sus años de estudios, probó diversos programas académicos en busca de algo que la atrajera, hasta que un amigo la animó a tomar un seminario sobre aves andinas. En un viaje de campo a un bosque nuboso en el noroeste de Quito, vio un gallito de las rocas, una extraordinaria especie de ave de color rojo y gran tamaño, a la que ella describe como llamas que caen del cielo.