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BONN, Alemania (Landscape News) – Es difícil imaginar que el exuberante bosque de Haller Park, una maravilla ecológica en África del Este, fuese un árido páramo apenas algunas décadas atrás.
Estimulado por la gran demanda de cemento, el elemento vinculante entre el concreto y el mortero, de las sociedades urbanas modernas, a principios de la década del cincuenta, la compañía suiza Cementia Holding construyó una fábrica en la periferia de Mombasa, la segunda ciudad más grande de Kenia.
En dos canteras cercanas en la costa norte, hombres y maquinaria pesada extrajeron piedra caliza. Arrasaron la capa superior del suelo para exponer la roca, que fue cortada en bloques de varias toneladas – y luego transportada a una planta trituradora y procesadora.
A través de los años, la producción de cemento en las canteras locales creció de 1.2 millones de toneladas anuales a 25 millones de toneladas. Pero el área que una vez fuera fértil, pronto se convirtió en un paisaje árido con agua subterránea salobre.
En 1970, Bamburi Cement Ltd, fundado en 1951 como una asociación entre Cementia Holding and Blue Circle en la Kenia británica, decidió convertir la cantera agotada de piedra caliza en un vibrante y diverso ecosistema de bosque, pastizales y estanques. La compañía, que es ahora subsidiaria del gigante internacional LafargeHolcim, y la principal compañía manufacturera y comercializadora en la región de África del Este, asignó la tarea al agrónomo suizo Rene Haller.
El impresionante proyecto de recuperación empezó con un árbol robusto y un insecto hambriento.
Como el administrador durante mucho tiempo del departamento del jardín de Bamburi Cement, Haller se trazó como objetivo encontrar plantas pioneras que prosperaran en las canteras abandonadas bajo el sol tropical. De las primeras 26 plantas con las que experimentó, solo tres sobrevivieron: las damas, la palma de coco y la casuarina.
La casuarina está adaptada a crecer bajo condiciones inclementes. Sus ramas se parecen a las hojas de aguja del pino y tienen una fuerte superficie exterior que protege al árbol contra la pérdida de agua. La casuarina toleraba el agua salobre, lo que parecía perfecto para el proyecto. Sin embargo, debido al alto contenido de taninos del árbol, sus hojas eran demasiado duras y amargas para ser descompuestas por las bacterias y convertidas en humus.
Después de observar a un milpiés de patas rojas devorando las puntiagudas agujas de una casuarina, Haller introdujo cientos de milpiés en la vieja cantera. Los excrementos que producían alimentándose de las hojas de la casuarina, hicieron más fácil para las bacterias la descomposición, dando como resultado una capa rica en humus para que otras plantas crecieran.
Después de cinco años, la casuarina empezó a reproducirse y colonizar el área. Después de 10 años, los árboles alcanzaron una altura de 30 metros. Después de 20 años, algunos de los árboles tenían troncos con una circunferencia de 2.4 metros y la capa de humus tenía 10 cm de profundidad. Muchos de los árboles empezaron a colapsar después de dos décadas, pero no sin antes cumplir con su tarea de crear un ambiente amable para las nuevas plantas.
Más tarde se introdujo fauna en el área. Insectos y otros animales demostraron ser importantes para la polinización y dispersión de semillas en el nuevo ecosistema. El experimento funcionó los dos primeros kilómetros cuadrados. La replantación de especies de árboles nativos inició en 1989 y se aceleró durante los noventas.
“Para el año 2000, muchas especies de plantas indígenas se habían establecido,” dice Alberto Musando, el administrador de turismo de los Ecosistemas Lafarge, un subsidiario de Bamburi Cement. “Treinta especies de mamíferos y 180 especies de aves son residentes en la cantera regenerada. La mayoría de los animales que fueron llevados al lugar eran huérfanos o habían sido rescatados.”
Hoy, Haller Park es una popular atracción turística así como un importante sitio para la educación. El parque comprende un santuario de caza, un parque de reptiles, una pequeña granja piscícola para demostración, un jardín de palmas, un cercado con cocodrilos y una plataforma para avistar jirafas, y ofrece una variedad de atracciones para educar y entretener a los más de 160,000 visitantes que pagan para entrar al sitio cada año.
El agua jugó un papel muy importante en el desarrollo económico y ecológico del proyecto. El sistema de acuacultura en Haller Park es viable comercialmente. La unidad consiste en una granja piscícola, el área de cocodrilos y un área de tratamiento biológico de aguas (estanques de col del Nilo y arrozales). La col del Nilo es una planta muy especial, pues remueve el exceso de nutrientes e impurezas de los cuerpos de agua.
Cerca de ahí, otra vieja cantera ha sido transformada en Los senderos del bosque Bamburi (Bamburi Forest Trails), que se abrió por primera vez al público en 1997. Los senderos cubren una amplia área de las Canteras Bamburi, algunas ya rehabilitadas mientras que otras secciones todavía son improductivas o se encuentran en las etapas tempranas de la reforestación.
Ellos inicialmente empezaron como el “proyecto del millón de árboles” en 1986 a lo largo del estrecho entre la planta de cemento Bamburi y el suburbio Shanzu de Mombasa. La mina en este lugar tenía solo cuatro metros de profundidad.
Hay cuatro rutas en los senderos del bosque para bicicleta, para correr, para caminar y para acondicionamiento. Un paseo de ocio permite a los visitantes experimentar los cambiantes paisajes desde la cantera desierta hasta los exuberantes bosques, corrientes, palmerales y plantaciones de bosques nativos. El sistema integrado de humedal proporciona un ambiente propicio para que la biodiversidad circundante prospere.
Antílopes Sunis y Duiker, Taurotragus y Oryx son algunos de los animales con los que te encuentras en el bosque.
Al comprometer millones de dólares y décadas de horas hombre a la recuperación de tierras, Cementos Bamburi se adelantó a su tiempo.
Sabine Baer-Visram, consultora en biodiversidad para Ecosistemas Lafarge, dice que, en los setentas “no había legislación ambiental y la consciencia de los problemas ambientales estaba todavía en sus primeras etapas.” Ahora, después de que ha pasado el Acta de Gestión y Coordinación Ambiental de 1999, es un requerimiento legal para las compañías mineras en Kenia que rehabiliten las canteras en desuso y que las restauren a un estado aprovechable.
Ecosistemas Lafarge, dice el oficial de operaciones, Mary Mueni, ha desarrollado también programas de educación ambiental diseñados para mejorar la experiencia de aprendizaje, y la compañía se asoció en 2016 con la Universidad de Pwani en el norte de Mombasa para apoyar a sus estudiantes en investigaciones ambientales. Otras asociaciones colaborativas incluyen al Servicio de Vida Silvestre de Kenia y al Servicio Forestal de Kenia para investigación en la rehabilitación de la cantera, manejo de biodiversidad y educación ambiental.
El año pasado, Cementos Bamburi suspendió los planes para cambiar a energía solar debido a que los costos del proyecto eran altos. La directora de asuntos corporativos y sustentabilidad, Susan Maingi, dice que en lugar de eso la compañía decidió utilizar los desperdicios de neumáticos con el apoyo de la firma Geocycle, un proyecto que ha sido incorporado en la agenda de sostenibilidad de la firma de cemento para proteger el ambiente.
“Básicamente, todavía necesitaremos electricidad para encender las máquinas, pero ha reducido algunos de los costos en términos de otras formas alternativas de energía que se necesitan para producir calor,” dice Maingi. Para hacer esto, Bamburi convirtió los neumáticos usados y los desperdicios agrícolas como las cáscaras de café y arroz. Hasta ahora, la compañía ha logrado reciclar al menos 400,000 toneladas de neumáticos para producir energía en sus fábricas.
Las minas de cantera son negocios destructivos, pero Cementos Bamburi ha demostrado que la visión, la voluntad y las soluciones naturales innovadoras pueden recuperar los paisajes que habían sido perdidos gracias al desarrollo humano.
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